No acostumbro a hablar de estas cosas. Pero sentí que aquella paz y belleza eran una manifestación de amor Divino. Pensé mucho en ello y comprendí que la creación nos brinda todo lo que necesitamos para sobrevivir. La luz del sol, la luna y las estrellas son dones extraordinarios, como la música, los perfumes y los colores. ¿Quién los puso ahí y con qué objeto?
Es posible que el viento sea una necesidad, pero su canto entre las ramas de los árboles es algo muy distinto. Estoy absolutamente convencida de que Dios atiende nuestro espíritu a través de la belleza que adorna a la creación.
En cierta ocasión tuve una extraña experiencia con una estrella: un día al anochecer me sorprendió una furiosa tormenta, llovía a cántaros, el viento aullaba en la oscuridad y los truenos y relámpagos eran atemorizantes.
De pronto, derribó un árbol situado a unos seis metros de mí. Y allí estaba yo, solitaria e indefensa, presa de la furia del viento. Entrecerrando los ojos en medio de la densa lluvia, dirigí la vista al oeste.
Para mi sorpresa, advertí en la negrura un claro, apenas mayor que mi mano, en medio del cual resplandecía la estrella, Brillaba con serena quietud y paz; como diciéndole a mi corazón: “esta tormenta pasará. El cielo sigue aquí y también las estrellas”.
En medio del caos que me rodeaba, me llegó el mensaje Divino. La luz de aquella estrella que resplandecía a través de la tormenta me hizo pensar en algo que trascendía a nuestro mundo.
Reconfortada, me dirigí al sendero y enfilé hacia la casa. La tormenta empezó a calmar y cuando llegué a mi destino, los astros brillaban en el cielo sereno y despejado.
A través de la ventana podía observar el hechizo de la luz que caía de los raudales sobre las olas y lanzaban blancas saetas luminosas entre las ramas de los árboles.
Conozco bien el valle y conozco el velo que la vista no puede asir. Pero también sé, gracias a la belleza de la que disfrutamos en plena libertad, que detrás de ese velo se encuentra Dios.
Haiku
¡Bella estrella!
Espiando entre los árboles
Sólo tú sabes…
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Aurora Bitón
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