La depresión hoy en día pareciera haberse convertido en una epidemia mundial. Mucha gente vive deprimida, sin sueños, sin esperanza de un futuro mejor.
Se trata de un tema que merece el mayor de los respetos. Aquí sólo intentaremos compartir algunas ideas que puedan resultar útiles tanto a la persona que la padece como a aquel que la acompaña.
Comencemos por considerar de qué manera podemos ayudar a quien está deprimido:
Evitar usar frases de aliento. “Dale… arriba el ánimo… vos podés” son palabras que buscan, en realidad, aliviar la ansiedad que siente quien las dice. Pero, aunque se digan con la mejor intención, podrían causarle al depresivo aún más angustia. Quien tiene depresión quiere salir de ese estado pero no tiene fuerzas para hacerlo.
Evitar compadecer a la persona. El estado depresivo suele movilizar a quienes están cerca y hace que resulte fácil caer en la sobreprotección.
Evitar la frialdad en el trato. Para poder abrirse y expresar lo que siente, la persona deprimida precisa un entorno de calidez y comprensión, sin juicio de ningún tipo.
En algunos casos, la depresión puede tener una base biológica y siempre es aconsejable buscar ayuda profesional. Pero, ¿qué podemos hacer para enfrentar esos bajones anímicos que todos experimentamos alguna vez?
Fundamentalmente cambiar nuestra manera de pensar para que nuestras emociones también sean transformadas. Algunas pautas al respecto:
1. Cuando cometo un error, debo verlo como parte de mi crecimiento y no como “un problema en mí”. Equivocarnos no es el problema sino no dedicar tiempo a aprender la lección que ese error nos trajo. El error debería ser una fuente de crecimiento y nunca de tortura.
2. Es importante identificar todo aquello que me hace mal, ya sea que se trate de personas, lugares o cosas. Mucha gente tiene la costumbre de mirar un noticiero justo antes de dormir. ¡Y dicha acción no siempre nos hace bien! Para alejar la depresión de nuestras vidas, necesitamos mantener lejos, en cuanto sea posible, todo lo que nos causa malestar.
3. Cuando hablo en positivo, genero emociones y entornos positivos. Hablar en negativo nos bloquea y nos hace enfocar en lo malo. En cambio, al hablar en positivo no sólo nos divertimos sino que atraemos lo mejor a nuestras vidas.
4. Hacer pausas durante mis actividades diarias me ayuda a relajarme y a mantener lejos el estrés. Se suele recomendar una pausa de cinco minutos cada dos horas de actividad intensa. Está comprobado que esto no sólo evita que nos agotemos sino que además multiplica grandemente nuestro rendimiento.
Para concluir, saber decir que no y poner límites, no temerle a los problemas y saber que nos fortalecen, tener en claro hacia dónde vamos e innovar de vez en cuando, son todas acciones que nos ayudan a mantenernos lejos de la depresión. Pero tal vez el mayor secreto para lograrlo es convertirnos en seres humanos apasionados. La pasión nos mantiene activos y es el impulso que todos necesitamos para continuar avanzando, sin darnos nunca por vencidos.
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.