Cuando realizo talleres de oratoria, suelo hacer la siguiente pregunta: ¿Qué hace muy bien una persona que es experta en el arte de la comunicación oral? La mayoría de las personas contestan “habla bien”, sin embargo según un estudio realizado por el psicólogo Albert Mehrabian (1967) se revela que sólo el 7% de la información se atribuye a las palabras, mientras que el 38% se atribuye a la voz (entonación, proyección, resonancia, tono, etc.) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración, etc.). Dando lugar a la conocida “regla 7%-38%-55%.
Esto explica el por qué algunas personas nos producen desconfianza, dicen algo con sus palabras pero su lenguaje corporal muestra una contradicción y sin saber por qué, dudamos de ellas.
¿Por qué la mayoría de nosotros, podemos detectar cuando una sonrisa es falsa? El acto de sonreír acciona principalmente dos juegos de músculos, los que se encuentran alrededor de la boca y los que nos permiten entrecerrar los ojos.
Cuando la sonrisa es genuina las comisuras de la boca se amplían, al mismo tiempo que los ojos se entrecierran formando lo que se conoce comúnmente como “Patas de gallo”. Resulta muy difícil, sin el entrenamiento adecuado, lograr que ambos juegos de músculos actúen al mismo tiempo y nuestro cerebro detecta e interpreta con gran precisión si el gesto esbozado por nuestro interlocutor es una sonrisa genuina o sólo una de cortesía o como la llaman, una “sonrisa profesional”.
Sin dudas la sonrisa es fuente inagotable de significados y emociones, ironía, tensión, alegría y bienestar son solo algunas de ellas. Tiene la virtud de condensar significados. Podríamos decir que una vez esgrimida viaja a la velocidad de la luz hacia nuestro cerebro y al de los que la perciben, generando emociones de forma instantánea en nosotros y los que nos rodean.
La sonrisa natural, también llamada “Sonrisa de Duchenne”, debido a el investigador que realizó el primer trabajo científico sobre este gesto, es innata. Algunos estudios indican que los niños antes de nacer sonríen, incluso un bebé ciego al escuchar la voz de su madre sonríe, a pesar de no haber visto nunca ese gesto en otra persona.
Nuestra biología nos proveyó de la sonrisa con el propósito de crear un vínculo social favoreciendo la confianza y eliminando la sensación de amenaza. También transmite sumisión, debido a eso las personas que quieren aparentar poder y algunas mujeres que desean conservar su autoridad en ámbitos profesionales, generalmente masculinos evitan sonreír y reprimen ciertas emociones.(Continuaremos).
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Jorge Kordi
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