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El Centro Educativo Polimodal (CEP) 26 este 2018 festeja sus primeros 10 años. Nació por iniciativa de una vecina para los jóvenes del barrio Alta Gracia y sus alrededores pero, desde su creación, nunca tuvo un edificio propio. En todo este tiempo se mudó en tres ocasiones y hoy dan clases en las aulas de catequesis de la Capilla San Ramón. Esta realidad podría cambiar con un poco de decisión: sí tienen terreno pero el CGE no libera los fondos para hacer la mensura por lo que no pueden tener el título y, por ende, tampoco ingresar en presupuesto para iniciar la construcción. La historia de una comunidad educativa que pide ser escuchada.
Una vez que se creó, la escuela comenzó a funcionar en una casa particular del barrio Alta Gracia en 2008 y estuvo allí hasta 2009. En 2010 se mudó a un tinglado donde acondicionaron una aulas para dar clases. Ubicado en la zona de Las Heras y Bustamente, fue cedido por el padre de un alumno y allí estuvieron hasta el fin del ciclo lectivo 2011. “Cuando quedamos en la calle, porque nos pidieron el tinglado, una profesora de la casa habló con el párroco de la Capilla San Ramón y él pidió autorización al Obispado que dijo que sí y nos mudamos. Luego se comunicó al CGE y se hizo un comodato”, explicó la directora de la institución, Liliana Tredici, a PRIMERA EDICIÓN.
Desde 2012 dan clases en tres salones de catequesis de la capilla por lo que se debieron dividir en dos turnos, durante la mañana concurren primero, segundo y quinto año y tercero y cuarto dan clases por la tarde. “Estamos amontonados”, agregó.
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Tienen terreno pero faltan fondos
Cuando se fundó la institución estaba disponible un terreno en el barrio Alta Gracia, en inmediaciones de la avenida Andresito, entre Tomás Guido y San Martín, para que allí se levante el edificio escolar que, en aquel momento, iban a compartir con una escuela primaria. Pero antes de que se pudieran hacer los papeles para comenzar la obra el lugar fue intrusado por lo que no se pudo avanzar con ninguna construcción.
Sin embargo, desde el CEP 26 nunca se dieron por vencidos y buscaron por otro lado el terreno propio que necesitaban. Entonces, en 2013, dieron con un espacio verde ubicado en Las Heras y Bustamente y comenzaron las gestiones para que les donaran una fracción. Elevaron el pedido al concejal Pablo Velázquez quien armó el proyecto que luego, en 2014, el Concejo Deliberante de Posadas aprobó. Son 2.000 mts2 que pasaron a ser de la escuela. Pero el entonces intendente vetó la donación y la comunidad educativa salió a la calle y a los medios para reclamar lo que les correspondía. Lo consiguieron y los papeles finales de la donación se firmaron en 2015 a nombre del CGE.
Desde entonces, hace ya tres años, los directivos luchan porque el CGE libere los fondos para hacer la mensura necesaria porque sin ella es imposible hacer los trámites para el título. “Nos dijeron que busquemos nosotros el agrimensor”, recordó Tredici. Buscaron al profesional, consiguieron una proforma con un presupuesto de 20 mil pesos en mayo pasado aunque “en realidad es trabajo del CGE hacerlo. Se hizo todo a principio de este año pero hasta ahora no hay respuesta”, afirmó la directora.
Sin la mensura no pueden acceder al título y menos que menos entrar en presupuesto para que se habilite el dinero para la construcción del edificio. “Hace tres años enviamos cartas al presidente, a Catastro, pidiendo que hagan la mensura del terreno pero no conseguimos nada. Estamos desesperados”, aseguró Tredici.
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Mucho más que vocación
El horario de clases termina a las 18.30 pero la directora y la preceptora tienen un rato más en la escuela porque se ocupan de dejar todo en óptimas condiciones: limpian baños y salones. No sólo eso. Las boletas de luz y de agua, que suman entre 2.800 y 3.000 pesos por mes, son pagadas por los docentes y la directora con dinero de su bolsillo. “Se le pidió al CGE que abone las facturas pero sólo es posible cambiando los medidores a nombre del CGE y no se puede porque son los medidores de la capilla, por ende pagamos nosotros”, indicó la directora. Además “nos hacemos cargo de los otros insumos que requiere el desgaste del edificio”.
Sumado a todo ésto, el no tener escuela propia comenzó a tener otras consecuencias. “Nunca nos habían dejado afuera de nada, siempre recibimos todos los programas de Nación desde el Plan Mejora hasta el Conectar Igualdad desde sus inicios”. Sin embargo, el lunes pasado se sintieron discriminados porque llegó hasta la institución un técnico a conectar un piso tecnológico y cuando se enteró que el edificio no era propio les dijo de manera terminante que no se iba a poder hacer la instalación hasta tanto no estén en su escuela. Entonces siguen sin edificio, sin conectividad, sin respuestas.
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Una situación que no da para más
Son 115 los chicos que concurren a la institución “y dan clases sentados en asientos de iglesia”, afirmó la directora y agregó que “no tenemos más lugar, a veces le decimos a los padres que no tenemos sillas o bancos y ellos traen de sus casas”. La comunidad educativa pide que alguna autoridad se acerque a ver cómo están trabajando. “Hemos enviado cartas a todo el personal del CGE, hemos presentado notas pero nadie viene a ver la situación”. Es más, le escribieron una nota a la ministra de Educación, Ivonne Aquino, pidiéndole por favor, “porque a esta altura uno ya ruega”, que se acerque a la escuela, que vea cómo están funcionando, pero no recibieron respuesta. “No nos contestó, no vino ella ni mandó a nadie”, indicó.
Ante la indiferencia de las autoridades, la comunidad educativa tiene en vista un plan de lucha para visibilizar su situación y que quienes deben dar respuestas estén a la altura de las circunstancias. “Vamos a hacer una reunión de padres y, si ellos están de acuerdo, vamos a hacer sentadas con los alumnos para que nos vean, para que nos den una respuesta”, indicó la directora a la vez que afirmó que las medidas comenzarían en los próximos días. Los padres acompañan la lucha de los docentes porque la situación es por demás injusta, “estos jóvenes estudiantes merecen su escuela”, indicó la educadora.
A su vez, expresó su preocupación por hacer pública la situación que atraviesan debido a que comparten espacio con la capilla y tienen miedo de que surjan inconvenientes pero la situación no da para más. “Si nos tenemos que ir y dar clases en la plaza, eso haremos. Iremos a dar clases a la plaza”, finalizó.