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Cuando se hace referencia al abuso sexual no se habla únicamente de violación, también pueden presentarse conductas como tocar los genitales de un niño o hacer que le toque los genitales al adulto, mostrarle al niño los genitales o hacer que el niño los exhiba, poner en contacto al niño con pornografía o hacerlos partícipes de producciones pornográficas.
Si bien no siempre los niños cuentan lo que les ocurre de forma abierta, hay ciertos indicadores en su conducta a los que los adultos que los rodean (padres, cuidadores, docentes) deben estar atentos. Entre estos signos se encuentran: enojos repentinos, tristeza sin motivo aparente, aislamiento del entorno social, no quieren quedarse solos con alguna persona en particular, orinarse en la cama, pesadillas frecuentes, presentar lenguaje sexualizado en forma repentina.
Es importante que todos quienes rodean al niño sepan cómo actuar ante situaciones como éstas, ya que no siempre son los padres los primeros en enterarse, pudiendo ser los maestros los primeros en evidenciar conductas diferentes. Considerar que el niño miente o exponerlo a que diga lo que sufre frente al abusador es exponerlo a una situación que no está preparado para manejar, por ello lo primero que hay que brindarles es un espacio de confianza, en donde quede claro que nada de lo sucedido es su culpa.
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Dentro de los aspectos médicos es importante la visita al pediatra a fin de hacer un control, como así también una consulta psicológica a fin de tener una guía profesional de cómo actuar en estas situaciones.
La prevención es sumamente importante, por lo que explicarle al niño qué es el abuso sexual, cómo debe cuidar y respetar su cuerpo, enseñarle las partes del cuerpo en forma correcta y hacerle saber que nadie tiene derecho a tocarlas, son alguna de las acciones a implementar tanto desde la institución escolar, como desde la familia, para prevenir el abuso sexual infantil.
Por Laura Mingo – Licenciada en Psicología MP 656