Una vez más serán los trabajadores los que deban pagar los platos rotos de una administración incapaz, de una gestión que zozobra todos los días un poco más, aún cuando es impensado que puedan seguir hundiendo al país.
Ocurre que el Gobierno autorizó ayer a las distribuidoras de gas a cobrar a los usuarios un importe “extra” en 24 cuotas mensuales, para “compensar” el impacto de la fuerte devaluación que se produjo en buena medida por la impericia de un plan financiero que hace agua en cada uno de sus centímetros.
Ese monto extra que saldrá de los bolsillos de los usuarios e irá a parar a las arcas de las compañías -en un proceso de dos años- rondará los 10.000 millones de pesos. El centro fue otra vez para las empresas y no para quienes confiaron en que el cambio era eso, el cambio.
La insólita medida, que encarecerá aún más el servicio del gas, se suma al incremento de entre 30% y 35% aplicado desde el primero de octubre último.
¿Se le puede pedir acaso más sacrificios a un pueblo que ya va dando más de lo que tiene? ¿Habrá en algún momento una señal positiva del Gobierno para el pueblo? ¿Hacen este tipo de maniobrar conscientes del daño que generan en las ya deprimidas economías familiares? ¿Pueden los simpatizantes de Cambiemos seguir defendiendo un modelo que los deja incluso a ellos fuera del sistema? ¿Cuál será el argumento cuando vengan a nuestras casas a buscar nuestros votos? ¿Hasta cuándo servirá el argumento de la pesada herencia? ¿Para quién gobierna Cambiemos? ¿Qué intereses defiende cuando nos convocan a remarla entre todos?
Todos deberíamos a estas alturas hacernos estas preguntas antes de emitir opiniones e intentar convencer a quien está enfrente. Porque está claro a estas alturas que con el argumento de la pesada herencia nos están dejando cada día más pobres… y siguen.