Ubicada sobre la ruta nacional 237, a 80 kilómetros de la ciudad de Neuquén, Villa El Chocón se relaciona hacia el noroeste con el Alto Valle del Río Negro y con la zona de los lagos patagónicos hacia el suroeste. Está enclavada en un área de estepa con un clima seco y ventoso, con veranos calurosos e inviernos crudos. Su nombre proviene del mapuche y significa “hombre empapado de agua”.
El pueblo mira hacia el embalse Ezequiel Ramos Mexía, que tiene una superficie de 816 kilómetros cuadrados y sirve de acopio de agua para la central hidroeléctrica. Ese inmenso espejo de agua disponible ha incrementado el turismo: invita a la navegación, al conocimiento de sus paredones Los Gigantes y a la pesca.
A los barrios originales se sumaron nuevas construcciones de fin de semana en las costas del lago. Sus habitantes son en su mayoría de la ciudad de Neuquén y del Alto Valle.
La oferta hotelera y gastronómica se ha visto incrementada y varios operadores turísticos ofrecen salidas lacustres de distintos tipos. A ello se agrega una guardería náutica y constantes nuevos loteos. Sus 1.500 habitantes viven del turismo, del empleo municipal y de la atención de la central hidroeléctrica.
El suelo de arenisca roja y las costas del embalse son ricas en fósiles, lo que ha derivado que a la localidad se la conozca como “El valle de los dinosaurios”.
Uno de los hallazgos más importantes de la zona fueron los restos fósiles del carnívoro más grande del mundo el Giganotosaurus carolini, encontrado en 1993 por Rubén Carolini, un aficionado a la paleontología. Además, se localizan restos de saurios menores, huellas de tres metros de largo o el bosque petrificado.
Un rincón bien argentino.
Los Gigantes
Los acantilados tienen sus paredones muy altos de rocas color marrón oscuro, socavadas constantemente. Encima, un desierto ondulado con vegetación espinosa guarda el Valle de los Dinosaurios y un bosque petrificado de alrededor de 100 millones de años. A lo lejos, el coronamiento de la represa permite imaginar la caída de millones de litros de agua hacia el curso del río Limay luego de haber fabricado energía eléctrica.
Huellas
La cuenca neuquina fue depositaria de ejemplares de dinosaurios y se han podido rescatar valiosas piezas. Muchas de ellas se conservan en el Museo Ernesto Bachmann. Además, entre las rocas rojizas, en estratos con vegetación esteparia, existen dos sectores de preservación de huellas. Unas pasarelas de hierro elevadas permiten ubicar la zona a la perfección para poder observarlas.
Acerca de la Villa
La localidad surge a partir de la construcción de la represa hidroeléctrica sobre el río Limay que generó un embalse de una superficie de 816 Km2. A partir de la construcción de estas obras se produjeron importantes cambios en la fisonomía regional, y se descubrió en su entorno una zona rica en restos fósiles, árboles petrificados, restos e improntas o huellas de dinosaurios, que constituyen hoy el más importante atractivo. La creación de la villa requirió una cuidada planificación arquitectónica, con una intensa forestación de sus calles y parquización de los lugares públicos, logrando un microclima y paisaje muy agradable para la vida urbana. En el diseño de Villa El Chocón, la cual debió ser proyectada en noventa días en 1968, participaron los arquitectos Antonini, Schon y Zemborain.
Cañadón Escondido
Es un formación rocosa que a través de vetas y colores fragmentados permite imaginar como transcurrió la vida a lo largo de las distintas eras geológicas. El piso es de arena suelta, hay zonas donde para poder avanzar hay que trepar las piedras como si fueran escalones.
Las formaciones rocosas candelero y huincul tienen una antigüedad promedio de 100 millones de años.
Desde el piso, la altura de los paredones se estima en unos 80 metros.