Mañana es el Día Internacional de las Mujeres Rurales, por eso, con historias como la de Hortensia PRIMERA EDICIÓN les rinde un reconocimiento y homenaje a todas las mujeres productoras rurales de la provincia.
Hortensia Esther Valiente tiene 72 años y vive en su chacra con su hijo, nuera y nietos en la Picada Mojón Grande de San Vicente, desde hace 52 años. Asegura que es una “mujer de la chacra”.
“Cuando llegamos acá, había monte por todos lados, sólo un pedazo de rozado abierto. Llegamos con mi esposo, Adán Correa, y dos de mis hijos, y nos dedicamos a trabajar, luego tuve cinco hijos más. La vida de la chacra de antes era mucho más duro, era todo a muque (músculo), no había tractor ni camiones. Sólo era una yunta de buey con arado y carro que uno podía aspirar a tener para trabajar. Si uno no tenía esa herramienta pedía prestado o pagaba para que hagan el trabajo en el rozado. Y se plantaba todo lo que se podía. Hoy llevo una vida muy tranquila acompañada por mis hijos y nietos, ya no trabajo más. Ahora los colonos tienen más recursos para trabajar y se puede comprar más fácil una herramienta. Antes era el ingenio del productor para hacer las cosas y que le rinda el trabajo. La mujer tenía que trabajar a la par del marido en la chacra con la responsabilidad de criar a los hijos”, dijo Hortensia.
Contó también que se casó y “tres años y medio después venimos a vivir con mi esposo y dos de mis hijos acá. Despacito y trabajando hicimos lo que hoy tenemos. Mi esposo se encargó que cada uno de sus hijos tuviera una chacra y con todas las herramientas que necesitaba para arrancar. Nosotros sufrimos y el decía que los hijos no tienen que pasar por lo mismo”.
Esta picada de Mojón Grande era prácticamente un trillo cuando entraron hace 52 años. “Nosotros trabajamos con la comunidad para que esto crezca y sea lo que es hoy. Mi esposo fue uno de los que peleó para traer la electrificación rural a esta picada. Con el tractor, él arrastraba los postes de luz de acá hasta el kilómetro 29. Acá en frente había un pantano y el tractor patinaba para llevar los postes y con esfuerzo tenemos la luz. Yo cocinaba todos los días para la gente que trabajaba en la colocación de las líneas de electricidad rural”, contó.
La mujer no se resigna a dejar de hacer las labores de la chacra. Con sus 72 años todavía se levanta todos los días a atender a los animales de la chacra, durante todo el día está atenta a lo que pasa y lo que hace su hijo menor que vive con ella y sus nietos.