¡Hola amigos! Comprobamos con ejemplos en entregas anteriores que, la matrix es una metáfora de la realidad, que lo que vivimos como tal es tan sólo una historieta que nos la creímos. Esas son las creencias con las que fuimos programados, la mayoría de estos programas los hemos heredados y luego vamos usando las distintas máscaras, para interpretar dicha historieta según sea que la emoción esté permitida o no.
Para clarificar más aún el tema de las creencias que entran como programas en nuestro inconsciente pondré las normas de valores de nuestros mayores tal como lo escuché en una conferencia al doctor Julio de Caro contando las que había recibido de la abuela, que había pasado por una guerra, cuando le decía: “Julito, más vale reventar que la comida tirar”, o la costumbre de pegar los jabones para que no se desperdicie nada y allí me encontré a mí misma repitiendo este patrón de carencia, siendo que de niña nunca había recibido tal instrucción, yo simplemente repetía lo que habré visto hacer a mis padres que pasaron por igual situación.
En mi poema Velos del alma, que les transcribí la semana pasada, dice en sus claros acordes cómo hemos oscurecido el alma con los velos de las creencias, éstas se acumulan en el inconsciente y al tener distorsionada la visión de la realidad, tu mundo que refleja tus creencias, más distorsión de ésta devolverá a tu vida.
La decodificación de esta poesía es muy importante hacerla porque encierra mucha sabiduría en tan pequeña extensión. Y nos dice que el trabajo que vino a hacer Jesús es contarnos con parábolas cómo hacer para alcanzar el Reino, ese lugar de donde Él venía y que hoy podemos decir que es un estado de conciencia superior, y con hechos mostrarnos nuestras capacidades latentes que se despiertan cuando empezamos el camino hacia adentro de nosotros mismos al ir conociéndonos y reconocer al Yo Soy, que habita en nuestro interior.
¿Nunca se preguntaron por qué empleó este método aparentemente tan ambiguo? Lo hizo por la simple razón de que la palabra es el lenguaje del intelecto que es manejado por la mente, que al estar atiborrada con las creencias, no podía captar el mensaje en su mismo lenguaje, por eso usó el atemporal, simbólico e indirecto de las parábolas para que ésta no tenga la posibilidad de descreer y sabiendo esto, agregaba al final de su alocución: “para que entienda el que entienda”.
Y aunque Su mensaje era para todos, por mucho tiempo fue dado en las religiones por quienes ellas acreditaban
como válidos y prohibían a sus fieles su lectura en forma directa.
El otro lenguaje que ocupó fue el del cuerpo y fíjense que fuerte será este lenguaje que cuando le preguntaron por su identidad, contestó: “Soy mis obras”; ¿y saben por qué es tan fuerte?, porque decodifica el lenguaje del alma, de ahí que cuando no canalizamos bien las emociones, el cuerpo enferma, además dicho lenguaje es el más efectivo pues es el de los ejemplos donde la enseñanza se transmite sin intervención del razonamiento, como el caso que conté de mi repetición del patrón de carencia al pegar los jabones, simplemente porque lo vi hacer.
Entendemos entonces por qué Jesús mostraba con hechos, es decir con el lenguaje del cuerpo, lo que no podía explicar con el lenguaje del intelecto, constituyéndose en el ejemplo a seguir, por eso dijo: “Yo Soy el camino”, pues además de mostrarnos la residencia de Dios o Yo Soy en nuestro corazón y que ya expliqué, nos está diciendo que sigamos su ejemplo si queremos ser como Él.
En otro versículo agregó : “Ustedes harán cosas mayores que Yo, aún”, pues lo que nos mostraba y que no puede ser desmentido, descreído o malinterpretado al hacerlo con hechos, eran nuestras capacidades latentes que esperando están, ser desarrolladas y este es el momento histórico en que debemos hacerlo.
Cuando Él hablaba sabía que llegaría una mansa generación, la nuestra, que sabría decodificar Su lenguaje y aplicar las enseñanzas en sus vidas para constituirnos en los herederos del Reino, pues también dijo: “Los mansos heredarán el Reino”.
Esas capacidades escondidas que Jesús nos mostraba con sus hechos, como dice el poema, las poseemos todos y sólo debemos tener el deseo de ser mejores personas, actuar como tales y paralelamente tener la voluntad de desarrollar nuestra capacidad de sanar, de calmar tormentas, de cambiar el bien por mal en cualquier situación, de ver más allá de lo vidente, de tener telepatía, de apreciar y ocupar las sincronías y tantas otras que ustedes solos irán descubriendo, apuntando siempre al mayor Bien de todos.
Colabora
Graciela del CarmenZaimakis de Abraham
EscritoraTambién en FB.
Escuela de Pensamiento