La esperanza es tener la convicción y la plena seguridad de lograr que se cumpla algún anhelo que deseamos desde lo profundo de nuestro ser.
Aunque pienso, que muchas veces que la esperanza carece de acción y determinación, dejando al hombre: inmóvil y paciente, mientras deja escapar otras oportunidades, que con frecuencia, irán pasando frente a sus ojos, sin que este logre hacer algo, porque se mantendrá a la expectativa de un desenlace que quizás termine perjudicándolo. Visto desde un plano oscuro, la esperanza sujetará al hombre en su propia agonía carente de deseo, sin valentía de continuar o de dejar en el pasado aquello que le brindaba dicha y alegría.
Pero para algunas religiones y corrientes de pensamientos, la esperanza se convierte en un símbolo de inspiración, virtud, fortaleza y el anhelo de la felicidad del hombre hacia un futuro prometedor. Todas estas definiciones, desde su percepción son absolutamente válidas.
Un ejemplo lo encontramos en la filosofía griega, que habla del origen de la esperanza, que nace cuando el dios Zeus, envió un regalo (La Caja de Pandora), un recipiente cerrado que al abrirse, dejó escapar a todos los males del mundo, entre los que se encontraba: el sufrimiento, las enfermedades, la envidia y las guerras, entre otros, cuando por fin lograron cerrarla, en el interior de aquella caja había quedado encerrada la esperanza. Es así, que desde ese momento, la esperanza se convirtió en ese misterio que ayuda al hombre a combatir todos los males que se encuentran por el mundo.
Por supuesto, que en esta oportunidad relacionaremos el importante papel que juega la esperanza de encontrar el verdadero amor, y en ocasiones, la siniestra complicidad que tiene este en una ruptura amorosa y su posterior desamor.
En la primera parte, la esperanza será el motor que nos impulse a tratar de conseguir el amor de aquella persona, que ha despertado nuestro interés, impulsando nuestra inventiva para llamar su atención haciéndonos imaginar un futuro prometedor a su lado. La esperanza será la llave que abrirá la puerta de un mundo, para que dos personas puedan encontrarse, conocerse y que puedan concretar un destino en común.
Por otro lado, no hay nada más desolador que atravesar una ruptura amorosa con un soplo de esperanza que haga mantener a una de las partes, la ilusión de que aquella otra persona volverá nuevamente y su sola presencia servirá para que ese triste presente termine de una vez por todas y que la relación retome su época de esplendor. Pero simplemente sería como mantener abierta una herida, que no cicatrizará a menos que asumamos la perdida y se enfoque todas las energías en nuevos proyectos y con ella, alguna nueva ilusión.
En definitiva la esperanza siempre será, una fuente de inspiración, un faro que alumbre de optimismo nuestro camino cuando este se cubra con la bruma de la incertidumbre y será el aliento que nos permita continuar una empinada cuesta o una simple flor que anunciará la llegada de la primavera.
Por
Raúl Saucedo
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