Estoy destrozado, espero que se aclare qué fue lo que sucedió, pero ahora sólo quiero que mis nietas descansen en paz y los que sobrevivieron se repongan rápidamente”.
Para el santafesino Raúl Edmundo Cácere (61) lo sucedido ayer en el barrio Medalla Milagrosa, como lo denominan los vecinos, fue “el golpe más duro que me tocó”.
Yo quiero una explicación, pero ahora no es momento, voy a esperar, mis nietos no deberían haber quedado solos y menos durmiendo”.
Paula, una de las vecinas, relató el valor de Renzo (11) por ayudar a escapar del fuego a sus dos hermanos.
Hasta intentó meterse de nuevo pero se desplomó el techo”. También cuestionó la labor policial, porque a su entender “se podría haber intentado algo más”.
Tal como lo quiso hacer un joven que se envolvió una frazada mojada y desafió al fuego en su mayor intensidad, pero fue frenado también por los uniformados que lograron sacar de las llamas una garrafa y ayudar a salir y ponerse a resguardo a los habitantes de las casillas aledañas, también de madera fácil de arder.
No fueron pocas las voces, incluso de socorristas y voluntarios en asistencia social que remarcaron que cualquiera de las viviendas de la zona puede quemarse porque las conexiones eléctricas no sólo son ilegales, son precarias y obsoletas, hechas con tramos de cables viejos, remendados o empalmados con bolsas de plástico que atraviesan alambrados y cualquier otro elemento sin aislamiento.
Distintas instituciones públicas se acercaron a la zona comprendida entre las avenidas Brown y Chacabuco a orillas de la costanera oeste.
Casa nueva
Desde una de ellas, Defensa Civil, aseguraron que hoy se montará un corte de casa en el lugar para que la familia pueda volver a vivir en el mismo lugar.
En tanto, directores y docentes del aula satélite que funciona a pocas cuadras, perteneciente a la Escuela de Adultos 656, comunicaron que las donaciones para la familia que perdió todos bienes materiales, se pueden realizar en el comedor comunitario “El Sol” del barrio.
La tragedia
Asomaba el domingo gris a pocos metros del arroyo Mártires cuando el fuego se desató arrasador entre las casillas de las calles 141 y 72. Desde las 6.30 de ayer, en la chacra 146 de Villa Cabello el dolor desgarró a vecinos.
Los cadáveres quemados de Luzmila Yelén Cácere de siete años y de su prima Tatiana Abigail Maciel de diez fueron rescatados por los bomberos. Las encontraron debajo del techo que se desplomó sobre ellas. Estaban abrazadas, la dantesca imagen de la desesperación por intentar sobrevivir.
Del trágico episodio tres pequeños hermanos lograron escapar milagrosamente. Fue uno de ellos, de once años, quien arrastró el cuerpo de su hermana de trece y al otro varón de ocho hacia afuera de la pequeña habitación donde una falla en la también endeble e ilegal instalación eléctrica habría prendido el colchón, sábanas y madera de la cama de la madre de cuatro niños y donde se había quedado a dormir Tatiana, la prima que residía en el complejo habitacional A4 en la zona sur de Posadas.
El niño de once años no cesó en su frenético impulso por rescatar a Tatiana y a Luzmila. En medio del caos donde se oían los gritos de las niñas atrapadas con los desesperados pedidos de ayuda y pronta llegada de los bomberos y policías, se escabulló entre sus vecinos alarmados que pugnaban por entrar a la vivienda de madera por algún espacio que el fuego permitiera, intentó desafiar el fuego pero el techo se desplomó a la altura de la pieza de donde provenían alaridos por auxilio.
Un vecino mojó una frazada y se la envolvió como un poncho para intentar una vez más el rescate. Pero ya policías de la comisaría Séptima y del Comando Radioeléctrico Oeste tampoco encontraron chances de salvar a nadie más.
El fuego había que frenarlo porque las demás viviendas estaban pegadas y la tragedia amenazaba con daños incalculables.
Sólo hubo tiempo para estirar un brazo y arrancar una garrafa de diez kilogramos y evitar una explosión. Lo demás correspondió a los bomberos, controlar el fuego y trabajar hasta extinguir el foco ígneo y realizar las pericias posteriores al rescate de los cadáveres.
Asfixiadas
Por orden del juez de Instrucción 2, César Antonio Yaya, se realizaron las autopsias pertinentes que confirmaron, pasado el mediodía, que Luzmila y Tatiana murieron asfixiadas por la inhalación de monóxido de carbono, el humo caliente que les destruyó las vías aéreas, y las dejó inertes la mayor sobre la menor, abrazándola.
Cuando culminaron los trámites filiatorios en la Morgue Judicial, los cuerpos fueron entregados a sus familiares que desconsolados aguardaban afuera del edificio ubicado detrás del Hospital Pedro Baliña, al otro lado del mismo arroyo Mártires y de la costanera oeste donde las niñas perecieron.

Miriam Cácere (41), madre de Tatiana Maciel rompió en llanto y estalló nerviosa al ver que de una camioneta descendían los diminutos féretros de madera en los iban a ser depositados los restos de su niña Tatiana (10) y los de sobrina Luzmila (7). PRIMERA EDICIÓN, único medio presente en el lugar, fue testigo del penoso instante: una madre sin explicaciones, desconcertada ante el peor escollo de su vida.
Criteriosos de reacción, los guardias de la morgue y los encargados de la empresa fúnebre que trasladarían los cajones a su velatorio, solicitaron que se retiraran los familiares y allegados y se dirigieran al salón donde se realizaría el velatorio, en la esquina de la avenida Lavalle y calle Japón. Desde donde esta mañana se realizará el cortejo hasta el cementerio La Piedad, para las respectivas inhumaciones.
Situación judicial
De acuerdo a fuentes consultadas por este Diario, la investigación no apunta a un hecho de índole criminal. No habría indicios o evidencias de dolo en lo sucedido.
Según los primeros informes de pericias de bomberos, se adelantó, que el fuego se inició en un rincón del precario hogar de ocho metros de ancho por siete, aproximadamente, de fondo, por un desperfecto eléctrico.

La instalación precaria y clandestina fue señalada de inmediato como la posible causa, y los especialistas de la misma forma lo señalaron. Cuando el hecho tomó forma de noticia, no fueron pocos los que plantearon el interrogante: ¿Por qué motivo los niños estaban solos?
Fuentes seguras de este medio apuntaron que la madre de los cuatro hermanos había salido con su pareja varias horas antes, pero no se precisó hacia dónde iban o fueron, ni a qué, y mucho menos el porqué los dejaron sin la protección de algún mayor que pudiera enfrentar, justamente, el evitable final.