
Nada cambió durante los últimos diez meses para los familiares del gendarme misionero Hugo Alberto Cano (40). La vida se transformó en pesadilla y el dolor se convirtió en triste compañero diario. Sin embargo, ayer sus allegados finalmente rompieron el silencio, motivados por la declaración del camionero acusado de provocar el choque que se cobró las cinco vidas, quien aseguró que la responsabilidad fue del argentino.
“Sentimos mucha bronca, mucha impotencia. Sorprende que siga negando cuando la Justicia chilena confirmó mediante las pericias que él se cruzó de carril. Mi hermano era prudente y precavido, jamás hubiese puesto en riesgo su vida y la de su familia. Decir algo así y que nadie diga más nada es muy injusto”, señaló ayer a PRIMERA EDICIÓN una de las hermanas de Hugo, Nancy (38), desde Piray.
Durante las audiencias preliminares del debate por la muerte de Cano, su mujer y los tres hijos de la pareja, el camionero Pablo Elías Espinoza Vásquez se dijo inocente y aseguró que “la infracción la cometió el vehículo argentino”, tras lo cual negó su responsabilidad en la colisión registrada en el sur de Chile, cerca de Punta Arenas, el jueves 4 de enero.
“No me parece justo que hable de esa manera. Nosotros nunca quisimos decir nada, pero realmente es injusto que diga eso, primero porque las pericias demuestran lo contrario y segundo porque mi hermano ya no se puede defender”, indicó, entre lágrimas, Nancy.
La mujer vive en Puerto Piray, de donde Hugo era oriundo y aún viven sus padres. “Mis padres tienen 60 años. La están sobrellevando, como todos. Mi mamá se refugia mucho en la fe y es la que nos contiene a todos. Al leer lo que dijo esta persona, sentimos bronca, indignación, tristeza. Está calumniando”, explicó.
Cano era el mayor de los siete hermanos. Había nacido en Puerto Piray y formó familia con Adriana Elizabeth Díaz (36), que era de Buenos Aires. De los tres hijos de la pareja, Iván (16), Hernán (12) y Ludmila (7), la más pequeña también era misionera. Los cinco perdieron la vida en el choque. Y sus familiares no saben cómo seguir.
“Era mi hermano mayor, siempre estaba atento a todos. Por eso pedimos que se haga justicia. No nos los van a devolver, pero que la pena máxima pedida por la fiscalía sea de 3 años por cinco vidas es muy poco”, se lamentó Nancy, quien pese a los 3.900 kilómetros que separan su casa de Punta Arenas, intenta seguir de cerca las novedades de la causa, que en las próximas semanas finalmente llegará a juicio oral y público.
Sobre el final de la entrevista, la mujer aprovechó para agradecer públicamente a todos los que colaboraron con el traslado y despedida de Hugo, Adriana y los chicos, cuyos restos descansan en el cementerio de Piray. “Quiero agradecer a toda la familia, a la Gendarmería Nacional, a los vecinos de Piray, al municipio. Todos fueron muy solidarios y estuvieron presentes en esas horas tan difíciles. Ahora sólo esperamos justicia”, sintetizó.
El episodio tuvo lugar alrededor de las 17.30 del jueves 4 de enero sobre la ruta internacional CH-255, que une Punta Arenas con Río Gallegos. Cano era mecánico de aviación de Gendarmería Nacional y vivía en Río Gallegos, tras cumplir servicio en Buenos Aires y Posadas. La familia volvía de pasar el día en el sur chileno a bordo de un Fiat Siena cuando chocó con el camión conducido por Espinoza Vásquez.