“Voy feliz, no vamos haciendo nada malo, solo queremos trabajo“, dijo a la AFP una mujer que llevaba de la mano a una pequeña niña en medio de la marcha masiva que ingresó por el puente internacional que cruza el río Suchiate, que separa a Guatemala de México.
Los hondureños, que intentan escapar de la violencia y pobreza en su país, superaron al grito de “¡Sí se puede!” una barrera de decenas de policías y militares que se apostaron con vehículos blindados. También lograron, entre gritos y empujones, derribar una valla metálica que les impedía el paso hacia la frontera.
Se trata de cerca de 4.000 hondureños que salieron en caravana el sábado pasado de la ciudad de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, tras una convocatoria divulgada por redes sociales.
La llegada del éxodo masivo a México estuvo marcado por momentos de tensión entre las familias hondureñas y las fuerzas de seguridad.
Vestida con una camiseta anaranjada, una mujer de 27 años coreaba junto con sus compatriotas: “¡Somos migrantes, no delincuentes!”.
“Se les pide que nombren una comisión para que dialoguen con funcionarios del Instituto de Migración (de México). No sigan poniendo en riesgo a los niños y mujeres”, gritaba un oficial por un alta voz, mientras la multitud forcejeaba con decenas de policías para cruzar la frontera.
Gases lacrimógenos y disparos de balas de goma fueron lanzados por los policías contra los migrantes que estaban en la orilla del río. Uniformados, migrantes y algunos periodistas resultaron heridos en los choques.
Fuente: AFP/NA
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