Fiel a su estilo y apegado al cambio, el Gobierno nacional está a punto de entrar al último año de gestión lleno de contradicciones políticas internas, desbarajustes financieros y ningún resultado económico positivo por exhibir.
De hecho hoy el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunciará el resultado de las cuentas públicas de septiembre. En agosto habían registrado un déficit primario (aquél que no incluye el pago de deuda) de 10.356 millones de pesos, que resultó un 58% menor respecto a igual mes del año anterior.
En tanto, el déficit financiero (que sí comprende a la deuda) fue de 14.517 millones de pesos, reflejando una disminución del 54% en forma interanual, como consecuencia de la caída del pago de intereses del 39,6% en comparación con agosto de 2017.
En los ocho primeros meses del año, el déficit primario había llegado a 130.461 millones de pesos y disminuyó 31,7% en relación con igual período de 2017, y el déficit primario acumulado fue de 0,9%, siendo la mitad en relación al observado en el año anterior, que fue de 1,8% en relación al PBI.
El acuerdo firmado con el FMI imponía una meta de déficit fiscal para el 2018 de 2,7% en relación al PIB, mientras que para 2019 debería ser de 1,3%, pero con la nueva negociación con ese organismo para revisar el acuerdo, las metas de déficit podrían modificarse, algo a lo que está acostumbrado Cambiemos.
A poco más de un año del fin de su mandato, Mauricio Macri tiene exactamente nada bueno que ofrecer en materia económica. De hecho, todas las variables son negativas comparadas con las que existían al inicio de su gestión.
Internamente, el Gobierno pierde peso político. Elisa Carrió marca distancias cada vez mayores y el radicalismo percibe que puede tomar más protagonismo a partir de las debilidades de la alianza.
Macri encuentra sostén únicamente en el exterior: en Washington, el G8 y el FMI. Pero a la hora de exhibir resultados hacia adentro para buscar un segundo mandato, no hay nada para ofrecer… y el tiempo corre.