Aunque debe reconocerse que, en relación a hace una década, la cuestión ha mejorado muchísimo y los poseedores de mascotas han adquirido la responsabilidad que significa acogerlas en sus viviendas.
Pero, entiendo, no debemos descuidarnos en ese control para evitar que la proliferación canina (y gatuna) pueda volver a constituirse en un riesgo para la salud de los posadeños y misioneros.
Las autoridades y las asociaciones protectoras de animales han cumplido con su deber y fueron creando una importante conciencia sobre estos nuestros “amigos y compañeros”. Pero, sin embargo, no dejo de observar el abandono en las calles de numerosos animales que vagan en absoluta libertad, sin que importen las consecuencias que pueden tener sobre cada prójimo, humanos y animales.
No es mi intención desconocer o criticar el trabajo realizado y que se sigue haciendo, sino advertir sobre los peligros que pueden generar si hay olvido o descuido en esa prevención de la población de la población animal suelta en la ciudad.
Isolina Cáceres
Posadas (Misiones)