
José aún recuerda el momento exacto en el que se enteró del crimen. Vivía en Posadas y se preparaba para ir a trabajar cuando escuchó por radio que un sicario en moto había asesinado de cuatro balazos al periodista radial y exintendente de San Vicente, Héctor Carballo (56), en la mañana del martes 26 de octubre de 2010.
La noticia no tardó en desparramarse y dejar en shock a toda la provincia. La figura de “Carballito” había trascendido, incluso, a nivel nacional. A través del micrófono, había sabido ganarse tanto amigos como enemigos, pero fue un cruce que tuvo con el expresidente Fernando De La Rúa -a quien llamó “homosexual”- lo que le dio fama en la televisión de Buenos Aires.
Tres meses antes, en el velorio de un familiar, me dijo que lo habían amenazado, que le habían dicho que iba a terminar con un tiro en la cabeza. Le dije que se cuide, que pida un custodio, pero me decía que no tenía miedo ni nada que ocultar. Y a los tres meses pasó eso”, recuerda José Carballo (53), uno de sus hermanos, a PRIMERA EDICIÓN, a exactamente ocho años de un homicidio que marcó a Misiones y que por el momento sigue sin respuestas.
“Él nunca tuvo miedo, siempre andaba solo por todos lados. Me decía que no debía a nadie y que lo que divulgaba en su radio era para el bien de la comunidad”, explica José sobre FM Libre, la radio de la que Carballo era titular en San Vicente y a través de la cual realizaba a diario múltiples denuncias públicas que repercutían en esa localidad y la zona.
Muchos coinciden en que esas transmisiones marcaron para siempre la vida -y la muerte- de “Carballito”, quien a principios de los 90 incursionó en los medios de manera curiosa: instaló altoparlantes en una antena de 30 metros de alto emplazada en el centro de San Vicente y comenzó a difundir sus verdades.
Desde entonces lo acompañó la polémica. Se ganó el afecto de muchos oyentes pero también la enemistad de quienes acusaba de “ladrones” o “corruptos”, al decir de sus propias palabras, que luego trasladó a un programa matutino diario en una radio local.
Una vez que inauguró su propia radio, incursionó en la política. Y casi sin pensarlo, el viernes 10 de diciembre de 1999 asumió la intendencia de San Vicente. “Era una persona fuerte, inteligente, tenía buenos contactos. No paraba de moverse y le gustaba mucho la política”, admite José. “Era muy decidido”, agrega.
Tanto que, cincuenta días después de asumir, estaba enfrentado a los cuatro concejales que habían llegado al poder en su propia lista. En su segundo mes al frente del municipio, no quiso pagarles las dietas y los acusó de “no trabajar”. En marzo ya tenía una comisión investigadora formada en su contra. El 22 de mayo de 2000, apenas seis meses después de asumir, terminó destituido.
Durante su mandato vivió el momento cúspide de su fama. No fue por invadir el predio otorgado a una ONG para construir la Casa de la Cultura local. Menos por el incidente con los concejales. Sucede que trató de “homosexual” al expresidente De La Rúa, lo que le valió una invitación al programa de “Chiche” Gelblung en Canal 9 de Buenos Aires. Lo conoció todo el país. Tiempo después, por error, De La Rúa lo llamó a su radio y terminó haciéndole una entrevista de media hora en la que “hicieron las paces”.
Tras su destitución, la Municipalidad de San Vicente fue intervenida. Pero cuando la comisión llegó, Carballo ya se había ido. Desapareció durante varios años y, a su regreso, aseguró que era un perseguido político y que vivió todo ese tiempo con los “Sin Tierra” de Brasil, que le dieron asilo.
Otra vez en San Vicente, rearmó su radio y volvió fiel al estilo que lo caracterizaba. Y comenzó a hablar de una mafia que se encargaba de robar automóviles en Buenos Aires y cambiarlos por droga en la localidad, apañada por dirigentes políticos locales. Parecía una exageración, pero el tiempo parece haberle dado la razón: hoy, a diario, las autoridades secuestran este tipo de vehículos en distintos puntos de la provincia.
Comenzó a recibir amenazas, pero hizo caso omiso. Hasta que alrededor de las 7.30 del 26 de octubre de 2010, una de esas advertencias se hizo realidad. Acababa de salir de su casa del barrio Malvinas hacia la radio, al mando de su Renault 12, cuando un motociclista lo cruzó y le descerrajó cuatro disparos, dos en la cabeza y dos en el pecho. Murió en el acto.
“Todos los días denunciaba en su programa de radio con nombre y apellido. Antes de que esto suceda, presentó una denuncia por amenazas en la Justicia, pero nunca se investigó. Lo abandonaron en vida y la Justicia lo abandonó después de muerto, porque nunca hubo una investigación seria”, asegura Clelia Carballo (34), hija de “Carballito” y actual concejal de San Vicente, a PRIMERA EDICIÓN.
Para ella, mucho tuvo que ver la precariedad con la que se trabajó la investigación por parte del Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente, que recién en 2016 y después de largos años, volvió a tener un juez titular. “En ese entonces no había un juez titular, se subrogaba el Juzgado como se podía. Y esa situación sistemática hizo que todo termine así, con ninguna línea para seguir, como estamos hoy”, reflexiona.
La hija de “Carballito” no olvida que la causa tuvo un detenido, alias “Xhico”, sobre quien, según ella, “había elementos para avanzar”. Sin embargo, como explica el abogado querellante de la familia, Eduardo Paredes, una serie de irregularidades en un allanamiento dilapidó la posibilidad de avanzar en ese sentido. “Xhico” finalmente fue sobreseído.
El caso quedó impune por irresponsabilidad del aparato judicial de la provincia. Por eso vamos a intentar probar la responsabilidad de la provincia ante las máximas autoridades internacionales”, especificó el letrado.
Sobre “Xhico”, aseguran los familiares y Paredes, “había otras pruebas”, más allá del hallazgo de un proyectil 9 milímetros -del mismo calibre que el utilizado en el crimen- en el allanamiento realizado en su casa de Garupá, que fue declarado nulo porque los testigos del caso no presenciaron el momento del hallazgo. “Eso estuvo correctamente anulado, pero había otros elementos”, agrega Paredes.
Ocho años después, la familia no pierde las esperanzas y exige justicia. Tampoco olvida. “Los recuerdos no se borran, los recuerdos quedan”, admite José, quien apuesta a que el responsable pagará en esta o en otra vida. “Creo en la justicia divina, la esperanza siempre está”, resume.