
Después de 15 años, una pequeña luz de esperanza se enciende en el pedido de justicia de los familiares de Mauro Ramírez (22). El Ministerio de Seguridad de la Nación intervendrá en la investigación que busca establecer las causas del deceso del soldado del Ejército Argentino, quien apareció muerto de un disparo en el pecho cuando hacía guardia en el Regimiento de Apóstoles, en junio de 2003.
El pedido fue cursado por el magistrado Miguel Ángel Guerrero, titular del Juzgado Federal de Eldorado y quien se hizo cargo de la causa hace poco más de dos años. La solicitud, según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, se basa en las importantes contradicciones que minan el expediente y que transforman en una tarea complicada avanzar en el mismo.
El juez requirió la realización de un análisis multidisciplinario de la causa, es decir, con la participación de profesionales de distintas áreas e incluso de múltiples fuerzas federales, con el objetivo de establecer de manera fehaciente -y de una vez por todas- cómo fue que Ramírez recibió el disparo fatal.

Al respecto, de la instrucción realizada hasta el momento surgen distintas líneas investigativas, que van desde un suicidio hasta un homicidio en todas sus variantes, aunque con mayor peso en la teoría de un hecho culposo. Para la familia, el joven chaqueño fue asesinado o, en todo caso, “suicidado”, es decir, manipulado psicológicamente para quitarse la vida.
A cargo de esa difícil tarea estará la Dirección Nacional de Investigaciones Criminales del Ministerio de Seguridad de la Nación. No será para nada fácil: pasaron exactamente 15 años, 4 meses y 8 días desde el hallazgo del cadáver y muchos de los elementos de prueba que obran en el expediente -testimonios de compañeros y otros testigos, por ejemplo- resultan hoy imposibles de reconstruir. Será un desafío mayor.
La muerte de Ramírez sacudió la paz de Apóstoles, a 50 kilómetros de Posadas, en la mañana del jueves 26 de junio de 2003. Efectivos policiales fueron alertados desde el Regimiento de Infantería de Monte 30, sobre la ruta provincial 10 y camino a Colonia Liebig, sobre la muerte de un soldado que había recibido un disparo en el pecho.
Ramírez era de Resistencia y, tras ingresar al Ejército, había recibido a Apóstoles como destino. Aquella mañana realizaba guardias en el perímetro del predio militar cuando repentinamente sus compañeros escucharon un disparo. Al acercarse, el joven yacía ya sin vida.
La primera versión fue siempre la de un suicidio, llamativo desde el vamos por la zona del impacto de bala y por el arma que habría sido utilizado el mismo FAL con el que Ramírez patrullaba. Sin embargo, posteriores pericias pusieron un manto de dudas.
“Cuando llegué a Misiones, me hicieron firmar unos documentos y me entregaron el cuerpo. Ahí me dijeron que había sido un suicidio”, recordó ante PRIMERA EDICIÓN y en uno de sus tantos viajes a Posadas la madre de Ramírez, Susana Pintos. “Él estaba estudiando y apenas días antes estuvo en Chaco con nosotros. No estaba deprimido ni mucho menos. Tenía su novia y habían fijado fecha de matrimonio para noviembre de ese año”, reveló la mujer.
Desde aquel día, Pintos emprendió una encarnizada lucha por saber qué fue lo que realmente sucedió. Sufrió un duro golpe en septiembre de 2003, cuando la Justicia provincial cerró el caso. Sin embargo, peleó por que la causa se reabriera y finalmente lo logró en 2016, una vez que lo ordenó la Procuración General de la Nación.
La madre había pedido que se investigue el hecho como “violencia institucional”. Es que para ella, su hijo vio o escuchó algo que no debía en el interior del regimiento. “Hubo presiones para que no se sepa nunca lo que pasó. En su momento tuvimos dos testigos que iban a declarar en la causa, pero que recibieron amenazas y se llamaron a silencio”, especificó la mujer, para quien hubo algo oscuro detrás del deceso de su hijo.