En el transcurso de los años, hombres y mujeres de la tierra colorada forjaron un fascinante futuro a través de las distintas ramas del arte, la música, la danza, la pintura, la literatura, la ciencia, la tecnología y otras tantas actividades que van dejando huellas imborrables en diversos ámbitos, a lo largo y ancho de la provincia.
Por eso, PRIMERA EDICIÓN, reconoce al doctor en Arte, máster en Educación, profesor de Música especializado en piano e investigador, Emilio Rocholl, por su incansable trabajo en promover la cultura regional a través del canto, la música y la investigación.
Fundó el Coro de la Universidad Nacional de Misiones con un perfil académico y social y estuvo al frente del mismo durante 36 años. Bajo su dirección, aquellas voces recorrieron los principales escenarios de la Argentina, Sudamérica y Europa, donde obtuvieron importantes reconocimientos.
Actualmente se desempeña como director de Teatro Lírico y la Orquesta y Coro Estable del Centro del Parque del Conocimiento.
Emilio Rocholl nació en 1952 en Oberá. Al poco tiempo sus padres se mudaron a Posadas. Realizó sus estudios primarios en la Escuela N° 1 Félix de Azara y la secundaria en la Escuela de Comercio N° 1 “General San Martín”.
Desde niño disfrutó de aquellos grandes patios de tierra y de reuniones familiares donde se tocaban bandolinas, violines y guitarras.
Su abuelo paterno le enseñó los primeros compases y el amor por la música, tanto que “cuando comencé a estudiar acordeón, mi abuelo se sentaba y me escuchaba. Allí fui definiendo que quería ser músico”, recordó el protagonista.
En 1971 viajó a Resistencia (Chaco) y decidió estudiar Ciencias Económicas y piano en simultáneo. “Soy contador público y antes de recibirme empecé a trabajar como pianista y asistente de dirección del coro de jóvenes y niños de Chaco”, recordó. Luego comenzó a dar clases de música en el mismo instituto donde se recibió y continuó su carrera en Dirección Coral y Orquestal.
En 1978 fue convocado por el Ejército Argentino para formar parte de la Agrupación de Ingenieros Anfibios. “El capitán me dijo: ‘Veo que tenés estudios de música y quiero que formes un coro dentro del cuartel’”, relató Rocholl.
Fue así que el concertista comenzó una doble función: por la mañana se desempeñaba en la parte de finanzas de la intendencia; y por la noche se dirigía al Casino de Oficiales, donde ensayaba junto al coro de conscriptos.
Aunque, el proyecto era muy auspicioso, los conflictos con Chile en el Canal de Beagle, hicieron que este no prosperara “y a mi jefe lo mandaron al sur y tuve que hacer otros tipos de trabajos hasta que nos dieron la baja”.
El profesional continuó con sus actividades en la música y, a través de una beca, comenzó a perfeccionarse como pianista en Rio de Janeiro, Brasil. En 1980 la directora de Cultura de Misiones, María Nieto de Ríos, lo convocó para reorganizar los coros pertenecientes a la provincia.
Luego, en 1982, el arquitecto Carlos Morales lo llamó desde la Universidad de Misiones para conformar un coro con los estudiantes de similares características a los coros provinciales: semi profesional y con los mismos repertorios. Entonces Rocholl dejó todas sus actividades en Chaco y se dedicó a darle forma al primer Coro de la UNaM.
En 1983, el músico comenzó a trabajar arduamente en la dirección de los coros y en la aplicación de políticas culturales en la provincia.
“Aplico mucho lo que aprendí como contador. En la música se necesita tener un presupuesto, programar agendas y el armado de las temporadas”, explicó. Así se concretó la idea del grupo coral, un espacio que brindaría un servicio a la comunidad universitaria y a la misionera en general.
Al principio comenzó a trabajar con los estudiantes universitarios, en su mayoría del interior de Misiones y otras provincias, transformando al coro en un ámbito social y artístico. “Todas las semanas teníamos un lugar para hacer empanadas, guiso y asados. Los viernes terminábamos el ensayo y nos reuníamos en alguna casa”, recordó Rocholl.
De esta manera se consolidó un grupo humano que se perfilaba como uno de los coros más importantes de la región, lo que permitió llevar sus voces a distintos puntos de la Argentina, Sudamérica y Europa consiguiendo importantes reconocimientos. “Estar en un coro es una experiencia casi cooperativa en la que el esfuerzo y el trabajo de cada uno es muy importante para el logro de un objetivo en común”, graficó.
Los coristas comenzaron a perfeccionarse en el ámbito de la lectura musical, técnica vocal y repertorios. El grupo instaló una imagen sonora en la provincia, que pasó a ser referente en otras agrupaciones corales.
Rápidamente el coro universitario comenzó a formar parte de la agenda cultural de la provincia. Participaron en distintos festivales e incluso comenzaron a estrenar obras de compositores argentinos y llevaron sus voces al interior de la tierra colorada. Actuaban en pueblos, escuelas ranchos, en algún bar alrededor de una mesa de pool, secaderos de té y yerba, junto a empleados de aserraderos, hospitales y hogares de ancianos y niños, entre otros lugares.
En 2007 se inauguró el Parque del Conocimiento y al año siguiente convocaron a Rocholl para trabajar en el nuevo espacio como organizador del área teatral. Años más tarde formaría la orquesta sinfónica y el coro estable.
Luego de 36 años el maestro colgó la batuta del coro universitario, aunque continúa con sus trabajos en la investigación de la música jesuítica.
En la actualidad piensa ocupar más tiempo en su entorno familiar. “Tengo tres hijas, la mayor se recibió en Bellas Artes y reside en Ibiza y es madre de mi primer nieto; la otra está viviendo en Barcelona donde estudia Diseño Multimedial; y la más chica es pianista y cursa magisterio en Buenos Aires, lo que me obliga a viajar mucho, que es lo que me gusta”, finalizó.