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El próximo miércoles comenzará un juicio en el Tribunal Penal 1 de Eldorado, por un homicidio perpetrado contra un vecino de San Antonio en 2017. El acusado es un joven de 29 años quien era conocido del fallecido y terminó ultimándolo de un tiro frente a su vivienda.
La titular de la Fiscalía de Instrucción 2 de la tercera Circunscripción Judicial, Bibiana María Alderice, dio por cerrada la etapa de instrucción y había solicitado la elevación a juicio del caso en abril pasado, en la causa caratulada como “homicidio calificado por el uso de arma de fuego”.
El imputado es de profesión changarín, soltero y domiciliado en Picada Santa Isabel, paraje 130, de la mencionada localidad. El hecho por el que se lo acusa sucedió el 13 de diciembre de 2017. Ese día se encontraba en su vivienda en compañía de su hermano, cuando, según consignó en su declaración indagatoria, intempestivamente se presentó un sujeto profiriéndole amenazas. Estaba armado con una escopeta, lo insultaba y le pedía que saliera afuera para aclarar acerca de si él estaba saliendo o no con su mujer.
El acusado no se amilanó ante la amenaza y también tomó un escopeta para encarar a su oponente. Luego de intercambiar un fuerte cruce de palabras, la víctima, identificada como Marcos Ezequías Lemos, movió la escopeta como si fuera a dispararle, por lo que el acusado accionó su arma y disparó primero. La escena se asemejó a la de un duelo. Siempre según el relato del victimario, el disparo a la distancia le dio en la cabeza a Lemos, quien cayó pesadamente al suelo. Huyó del lugar y se mantuvo prófugo por varios días.
Personal de la comisaría de San Antonio llegó a la vivienda y encontraron el cuerpo de Lemos tirado en el frente de la casa, a un metro y medio de la puerta. Había caído sobre la escopeta y aún la tenía entre sus manos. El arma era calibre 20, del tipo casera y estaba vacía. Los efectivos encontraron un cartucho sin percutar al lado del cuerpo. Además, entre sus ropas Lemos tenía otros seis cartuchos en sus bolsillos. El cuerpo yacía con una mochila en la espalda y un cuchillo envainado en la cintura.
Posteriormente las pericias sobre el arma determinaron que esta era apta para realizar disparos, pero en los últimos tiempos no había sido accionada. Esto daba por cierta la declaración del acusado quien afirmó haber disparado primero “porque o sino él me mataba a mí”. Sin embargo, una pericia forense puso en duda esta coartada del imputado.
La autopsia de la víctima determinó que el cuerpo tenía un orificio de entrada de proyectil en el lado derecho de la cabeza, pero presentaba el “signo de Benassi”, un halo carbonoso que da cuenta que el disparo podía haber sido efectuado a muy corta distancia o inclusive apoyando el arma en la cabeza de la víctima. De ser así podría haberse tratado de una ejecución.
Después de permanecer prófugo, el acusado decidió entregarse y someterse a la Justicia. El arma con la que efectuó el disparo nunca fue encontrada.