Por fin la jubilación! Luego de muchos años de trabajo… llegó tu merecido descanso. Ahora podés disponer de más tiempo para dedicarte a todas esas cosas que tanto te gustan, que tanto planeabas hacer y que venías postergando. Pero también comenzás a vivir la realidad de una edad que avanza hacia nuevas experiencias, para comprender que cada etapa de la vida ofrece nuevos motivos de alegría y satisfacción y que saber adaptarse a los cambios es señal de inteligencia emocional.
La tercera edad, como la adolescencia, es una época de reestructuración. Se pierde el protagonismo laboral, crece el familiar y también la oportunidad de sentirte en plenitud y autocuidarte. Y este cuidado involucra tu salud física, mental y emocional, con una alimentación apropiada y prácticas saludables como ejercitar la mente con lecturas y nuevos aprendizajes, participar de todo lo que cause alegría, sentirte útil en varias formas e integrarte en un grupo que practica… Yoga. Verás que nunca es tarde para comenzar.
La maestra Stella Ianantuoni te advierte que la falta de actividad física hace que vayas perdiendo fuerza y masa muscular; que el sedentarismo, la nutrición deficiente y la adopción de posturas inadecuadas te pueden causar dolores y problemas circulatorios además de obesidad, y que estos inconvenientes podrían hacerte caer en estados de ánimo negativos. Citando a la investigadora Miriam Nelson, comenta que en un estudio realizado con personas de entre 72 y 98 años, se demostró que la actividad física había mejorado su fuerza muscular, su equilibrio y su capacidad para subir escaleras, además de hacer su paso más rápido y seguro.
El Hatha Yoga adaptado a cada caso, implicando siempre algo más que actividad física, te ayuda a fortalecer huesos y músculos, reduce tensiones y contracturas, mejora la movilidad articular, el equilibrio, la postura y la coordinación, mientras aumenta tu capacidad respiratoria favoreciendo la oxigenación. De ese modo, los ejercicios de estiramiento, fuerza, equilibrio y flexibilidad mejoran tu condición general y también pueden reducir algún estado depresivo si lo hubiere.
Considerado como ejercicio moderado, el Yoga previene enfermedades degenerativas y del sistema circulatorio, así como también previene que tu columna vertebral se encorve y se deforme; tiene efectos tonificantes; reduce el deterioro de tus glándulas, aumenta la capacidad de tu sistema inmunológico y… por si fuera poco, te ayuda a equilibrar el peso. Además, en caso de que presentaras algún tipo de limitaciones, tu profe las va a respetar y te adaptará las posturas sin que por eso dejes de hacer un trabajo integral. Otra cosa: al priorizar las prácticas grupales, en estas clases siempre se favorece la posibilidad de socializar y compartir.
¿Algo más? Sí. Con el Yoga podés lograr una real sensación de bienestar porque su actividad hace que tu cerebro libere endorfinas, agentes químicos naturales conocidos como “hormonas de la felicidad”, que alivian dolores y malestares. Además, los componentes mentales y espirituales del Yoga, con la práctica de la relajación y la meditación, te ayudan a disminuir temores e inseguridades y a valorar el momento presente; también te brindan satisfacción, optimismo, entusiasmo y percepción del sentido de la vida, como dice Stella. Y ya con la mente sana y tranquila, también mejoran tus expresiones afectivas.
Ahora podríamos entrar en detalles sobre la práctica en sí, pero queremos que los descubras en las clases, para que te regales el bienestar físico, mental, emocional y espiritual que el Yoga tiene para vos, porque tu edad otorga madurez, sabiduría y aprecio por estas actividades que te ayudan a conocerte y a conectarte ¡aquí y ahora! con los aspectos más elevados de tu ser. Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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