El sol no se avergüenza de ponerse, ni siente nostalgia de su brillo matutino ni piensa que las horas del día lo están echando del cielo; no se experimenta menos hermoso por comprobar que el ocaso se aproxima, ni cree que el sol sobre los edificios sea menos necesario que el que, hace algunas horas, hacía germinar las semillas de los campos. Sabe que cada hora tiene su gozo. Y ¡qué orgulloso se siente de haber sido sol, de seguir siendo hasta el último segundo de su estancia en el cielo!
Basta ver la abundancia de la naturaleza en nuestros bosques. Puesto que hay vida debe haber muerte. Tal es el orden de la naturaleza. No hay diferencia entre los hombres y las abejas. Nadie puede decir que la vida humana con su niñez, adultez y vejez no esté bellamente dispuesta. El día tiene su mañana su tarde y su puesta de sol, y el año tiene sus estaciones, si tratamos de vivir de acuerdo con las estaciones, nadie podría negar que la vida humana puede vivirse como si fuera un poema.
Si encontraste tu otra parte: cuando esas dos mitades se funden en una masa de fuego saben que existe Dios y son igual que los árboles y las estrellas.
La vida es una oportunidad. Me pregunté cuál es el sentido de la vida y llegué a la conclusión de que el objetivo es el verdadero disfrute de ella. A los problemas: una sonrisa, una caricia, un Haiku. Porque a la postre nos extinguiremos como la llama de una vela, es cosa gloriosa y bella. Nos da sobriedad, nos entristece un poco y, a muchos, nos vuelve poetas vivir este mundo real pero soñar con otro.
Colabora
Aurora Bitón
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