“La fiesta de la yerba me retrotrae a mi abuelo, a mi familia, a mi Apóstoles y mis vacaciones de niña en la chacra”, confesó Mercedes Penz con la mirada desbordante de dulzura, con la belleza intacta con que representó a la Fiesta Nacional de la Yerba Mate allá por la década del 70 en toda Argentina y países limítrofes, que más tarde la vistió con la corona de Reina Nacional del Turismo y, también, con la banda de soberana internacional.
“El año anterior a ser Reina de la Yerba Mate había sido Reina de los Estudiantes en Oberá y a partir de allí tuve siete reinados más, representando siempre a Misiones”, contó Mercedes, quien en la Ciudad de las Flores recibió el cetro de manos de Carmen Pelinski y, un año más tarde, lo entregó a Claudia Rotchen.
“Vivía en General Alvear, a quince kilómetros de Oberá, hacíamos la escuela primaria y después nos íbamos a la ciudad a estudiar, papá había comprado una casa donde nos quedábamos de lunes y a viernes y el fin de semana volvíamos a la chacra. Soy la mayor de diez hermanos, mi padre era un alemán muy estricto, quería que estudiemos y seamos profesionales, no quería saber nada de todo esto”, confió Mercedes, que en quinto año sus compañeros la eligieron Reina de los Estudiantes del Instituto Mariano. “Era alta, flaca, desgarbada, vivía trepando árboles, libre, feliz; así que me enseñaron a caminar con un libro en la cabeza, todo el curso estaba apuntalando, porque el colegio tenía que ganar y yo era un diablo”, añadió.
Y apuntó que “antes la fiesta de los estudiantes era de viernes a domingo, con carroza, con todo, y el lunes a clases, nada que ver con ahora. La primera noche de desfile, yo era una diosa sobre la carroza junto a mis compañeras que eran princesas. El sábado otra vez y el domingo la elección, salí yo”.
“Al año siguiente vine a Posadas a estudiar Licenciatura en Genética y estando en segundo año me llama el intendente de Oberá Norguss Jacob para que represente a Oberá en la Fiesta Nacional de la Yerba Mate, mi papá me prohibió dejar la facultad así que cumplía con todo y volvía a rendir las materias. Gané el concurso y él dijo se terminó la historia con esto de los reinados, a estudiar, pero tenía la obligación de participar en la elección de la Reina Nacional de la Agricultura en Esperanza, Santa Fe, así tuve que ir, ya no quería ganar, por mi papá, pero otra vez resulté primera. Mientras tanto seguía con mis estudios”, recordó.
Tiempo después, “ya estaba de novia con mi marido, Jacob me pide que por última vez represente a Misiones en la Fiesta Provincial del Turismo, allí había chicas con buenos físicos y yo siempre alta, flaca, sin lolas, sin cola, chatita, así que dije ‘no voy a ganar, ya está’, pero resulté reina provincial, cuando en mi casa se enteraron que tenía que ir a Ushuaia me querían matar. Mi papá me mandó con mi mamá. Y allá gané también. Cuando volvíamos la Comisión Nacional de Turismo dijo que me tenía que quedar en Buenos Aires una semana para promover todo el turismo en Misiones. La revista Siete Días me propuso también participar de su concurso”, sostuvo. Y agregó que además debía participar de Miss Argentina, certamen en que obtuvo el título de Primera Princesa, secundando a Nequi Galotti.
“Pensé que con eso volvía y se terminaba, pero al mes el concurso de turismo requerió que vaya a Brasil a participar de la Fiesta del Turismo Internacional, del que participaban Brasil, Paraguay y Argentina, gané, una vez más, pero mi viejo dijo ‘no más’. El último al que iba a ir era un Concurso de Turismo Internacional en México, me iba a acompañar mi papá, pero no sé qué pasó que se suspendió”, mencionó la exreina.
Elegir el camino
“Mi meta era casarme, tener hijos, formar una familia, era lo que más quería. Me casé con mi novio de cuatro años, tuve un matrimonio de 32 años hermosos, que después se vieron empañados, tuve cáncer de mama, él tuvo un problema, un tumor en el cerebro, no supimos manejar la situación y nos divorciamos tres años, pero hace un año y ocho meses que estamos de novios nuevamente, no pudimos rehacer, ni lo intentamos, nuestras vidas, sufrimos muchísimo y ahora estamos felices”, sostuvo Mercedes y aseguró que vivió “una experiencia hermosa, no había lo que hay hoy. Ahora ganan concursos y hay historias detrás, mánagers y otros enredos, para mí fue todo en familia, sano, no tuve jamás un problema, ni de acoso, ni de mala atención, toda era gente cálida, de provincia, fui a todas las fiestas nacionales del país, a la de la Vendimia; a la del Oro Negro, que es el petróleo, a la del Oro Blanco, que es la de la leche en Córdoba; a la Fiesta del Mar fui dos veces, fui a toda Argentina y países limítrofes, eso me permitió contactos con chicas que tengo hasta el día de hoy”.
“Tuve una vida plena, la disfruté, eso de los reinados que a veces te trastoca, para mí fue parte de mi vida y muy linda, trabajé siempre, desde los 18 años, mi primer trabajo fue en el Ministerio de Turismo, después en el Banco Provincia, el CityBank, fui promotora de seguros, pasé a ser gerente de una compañía internacional y ahora a cargo del proyecto de OSDEPYM en Misiones. Con la genética, nada, terminé, me recibí. También hice música, toco el piano pero no tanto como me gustaría, cuando me jubile seguramente me sentaré a tocar, todo lo que la vida me fue presentando lo pude ir subsanando, tuve muchas cosas dolorosas, pero siempre tuve oportunidad de ir sorteando esos escalones con piedritas y la verdad que si tuviese que volver a vivir mi vida la volvería a pasar como fue, hasta mi enfermedad, de la que salí fortalecida, estoy embanderada con la lucha contra el cáncer porque sé que se puede salir”, remarcó.
E hizo hincapié en que “cuando me dijeron ‘tenés cáncer de mama’ creí que me moría, pero dije ‘no, es una gripe, no voy a llorar, qué hay que hacer’, a los diez días estaba lista, al mes operada, rayos, tratamiento, quimio; en junio terminé los cinco años de quimio oral y estoy acá, no me tiré en una cama, mis amigas, mi familia, mis hermanos, son fundamentales, lamento no tener a mis viejitos, que se fueron muy pronto los dos, muy jóvenes, pero me dejaron una vivencia de vida y de familia que no se compara con nada, es la herencia más importante y la que voy a tratar que mis hijos transmitan a los suyos, para mí los valores en son lo más importante y es lo que siempre traté de llevar adelante”.
“Voy todas las mañanas al gimnasio, a las 6.30, muy temprano, para estar bien, al saber que tengo una oportunidad no desaprovecho nada. Hoy todo es expres, ni el cáncer me causó el shock emocional tan fuerte como cuando mi familia se desarmó, me sentí la fracasada más grande, pero ahora miro atrás y entiendo que fue la prueba que me puso el de arriba para darme cuenta que la capacidad de perdón hay que tenerla siempre presente, no hubo terceros ni terceras, fue el desencuentro que no supimos manejar en una situación extrema y después saber consensuar, sentarse, charlar. Y siempre pesa más lo positivo. Voy a cumplir 60 el próximo año, mi marido 66, no hay edad cuando te reencontrás en el amor, si las cosas están intactas es volver a vivir el disfrutar de cada cosa. Un mate, caminar, una puesta de sol, cocinar juntos, todo se disfruta, desde lo que me pasó creo que tres veces lo potencio al disfrute”, aconsejó la empresaria que supo compartir pasarelas con Luiza Brunet y escenarios con Héctor Larrea, Raúl Vergara o Julio Márbiz.