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Pudo haber sido una tragedia, pero hasta ahora solo quedó como un mal recuerdo para las tres adolescentes que casi se ahogan en la tarde del jueves en un lugar no habilitado para bañistas. La rápida intervención de un vecino y su hijo hizo que las menores se salvaran. Esos héroes anónimos tienen hoy nombre y apellido: los Álvarez
Todo comenzó alrededor de las 17.30, en una zona al final de la calle 127, en el barrio Laurel. Allí hay un parque con un par de glorietas y bancos que permiten pasar un buen rato contemplando el río. Más cerca de la orilla existe una escalera que da directamente con el agua, la cual invita a los visitantes a mojar los pies.
Por lo que pudo saber PRIMERA EDICIÓN, ellas habían llegado desde el barrio Yacyretá y con un tereré de por medio quisieron pasar un buen rato de esparcimiento. La tarde era ideal para estar al lado del río. Sin embargo, todo cambió cuando las dos hermanas de 16 y 14, y una amiga de 12, eligieron tirarse a nadar al agua que, a pocos metros de la costa, puede llegar a tener más de diez metros de profundidad.
Una de ellas comenzó a hundirse y tragar agua. Empezó a pedir ayuda. Las otras dos intentaron sacarla pero al no saber nadar lo suficientemente bien y menos saber rescatar a una persona que está en peligro, también quedaron en la misma situación.
A unos 30 metros de allí vive Guido con su familia. El hombre estaba cortándole el pelo a su perro cuando escuchó gritos. Pensó que se había desatado una pelea. Salió a mirar y solo vio escenas de desesperación. Enseguida entendió que alguien se estaba ahogando. Corrió hacia la costa y vio cómo uno de sus hijos, Natanael, de 12 años había alcanzado a sacar a una. La había tomado de la mano cuando estaba siendo arrastrada aguas abajo. Más al frente, en medio de unos camalotes, estaban las otras dos chicas en serios problemas. “Vi que las dos se estaban agarrando entre ellas para no hundirse y ahí fue que me tiré para salvarlas”, recordó.
Guido sacó a una y después a la otra y con ayuda de su hijo y de otros chicos que estaban en el lugar las acostaron en el pasto. Lorena, la esposa de Guido, corrió las dos cuadras que separan el lugar de la seccional Decimosegunda para avisar a la Policía. Enseguida se acercó un patrullero para brindar los primeros auxilios a las jóvenes.
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Guido y su señora usaron pedazos de cartón para “apantallar” a las chicas quienes se encontraban semi desmayadas, convulsionando y en estado de shock, después de haber tragado tanta agua y haber vivido una situación desesperante.
La que en peor estado se encontraba fue llevada de inmediato por una patrulla hasta el Hospital René Favaloro de Villa Cabello, donde recibió la atención de profesionales. Las otras dos también fueron trasladadas en otro móvil policial. La primera fue derivada al Madariaga, debido a que presentaba un cuadro de broncoespasmo.
Al día siguiente de lo sucedido y mucho más tranquilo, Guido habló con PRIMERA EDICIÓN y confirmó que el lugar es una verdadera trampa. “Desde que creció el agua hasta la altura que está hoy, yo ya rescaté a siete personas. Siempre vienen menores de edad a tirarse acá. A veces no quiero ni mirar porque me da miedo que se terminen ahogando. Hace poco una chica quiso quitarse la vida tirándose al agua. Nos pusimos a hablar con ella y la convencimos que no lo haga. Solamente acá de la zona murieron tres vecinos ahogados”, subrayó.
Por ello señaló que “sería bueno que pusieran un cartel de advertencia acerca de que no es un lugar para bañarse, o directamente un impedimento para que la gente no se acerque al agua. Hay que evitar que vuelva a pasar lo mismo”, opinó Guido, con buen criterio. Si no hubiera estado en su casa a esa hora del jueves, probablemente hoy se estaría hablando de otras dos muertes por ahogamiento en esta ciudad.
Si bien no comenzó la temporada estival, Posadas ya tuvo un bañista ahogado. El pasado 22 de octubre José Fernández (22), desapareció de la superficie cuando nadaba en un lugar no habilitado, en la zona de la avenida Tomas Guido y riberas del Paraná. Su cuerpo apareció 40 horas después prácticamente en el mismo lugar donde se había tirado.