Detrás de cada juguete, hay un niño con una historia sobre el día en que se conocieron o sus primeros momentos juntos. Es justo que cada pequeño tenga sus propias aventuras con una muñeca, una pelota o un camión. Reni Ribero, Pelu Blanco, Claudia Felten, Angelmara Tykal, Gladis Correa, Pamela Ferreyra, Ana Escobar, Zule Isaurrakde, Rosana y Mariela da Rosa y Lucía Ribero lo saben y decidieron que en este diciembre ningún chiquito puede quedarse sin su obsequito.
“NaviDar” es el nombre con que bautizaron a esta campaña, que las encuentra todas las tardes, luego del trabajo, reacondicionando juguetes que entregarán muy pronto, idea que nació en agosto, cuando para el Día del Niño desde un barrio del municipio les pidieron colaboración.
“Nos llegaron muchos juguetes que, personalmente, no quería donar porque estaban muy estropeados, una tarde tomando mate con mi hermana comenzamos a arreglar algunos; después le comenté a unas compañeras de trabajo y una de ellas me dijo que le lleve las muñecas que les iba a hacer ropitas, sombreritos, hasta ahí era colaborar con el Día del Niño, pero cuando vimos a los chicos abrazados a los juguetes, que para ellos eran nuevos y para muchos el primero que tenían se nos ocurrió la idea de hacer un tallercito, al principio éramos cuatro en un garaje, la gente comenzó a colaborar muchísimo, se empezó a conocer nuestro trabajo y empezamos a crecer”, confió Lucía Ribero.
Actualmente son 16 “doctoras de juguetes”, once las que se reúnen a diario pensando en la próxima Navidad, obviamente, la cochera les quedó chica, entonces el intendente Jorge Kappaunn les cedió un espacio donde funcionaba Bromatología. Poco fue el tiempo que pudieron permanecer aquí, pues la llegada de juguetes no cesa, entonces la Municipalidad les facilitó otro lugar donde trabajar.
Aquí no hay límites para la imaginación. Clasificar, cambiar bracitos, colocar piernitas, pegar ojitos, coser pancitas, repara ruedas, lavar, pintar… todo es parte de un encuentro de amigas que necesitan también celofanes transparentes, pues es la mejor forma de asegurarse que cada objeto llegue al dueño adecuado. “Queremos darlos en un paquete, que sea un regalo, no hay nada más lindo que abrir un regalo”, subrayó Lucía.
Claro que el trabajo no termina aquí. “Nos estamos organizando con las comisiones de los barrios, Dos de Mayo tiene la característica de estar dividido en varios sectores, tenemos Pueblo Illia, que queda lejos, picada Indumar, los barrios Macuco y Tealera, son todos pequeños pueblos que hacen parte de un pueblo, no son barrios, son tan grandes que son como pueblitos separados de lo que es el centro”.
“Estamos hablando con las comisiones, con los vecinos, porque nuestra idea, el anhelo de todas, es hacer una representación, un pesebre viviente, con los mismos niños de cada lugar, y ese día entregar los juguetes”, contaron Lucía y Rosana da Rosa.
“En Tealera, Macuco, Illia, hay familias con cuatro o cinco niños y es imposible para sus padres comprar un juguete para cada uno, sabemos que nos vamos a quedar con sus sonrisas, nosotras dejamos algunas horas de la semana, nos juntamos y trabajamos, también tenemos hijos y nos ponemos en el lugar de esas mamás”, remarcó Rosana.
Y Lucía añadió que “personalmente me llena esto, fue una idea entre mates y hoy veo como todo esto nos sirve también a nosotras, entre esas cuatro paredes nos reímos, lloramos, nos contamos nuestras historias, dolencias, sufrimientos, y también nos fortalecemos, queda ahí pero alguien te escucha, es un hospital de juguetes para nuestras almas, va más allá, traspasa cualquier pensamiento. Acá hay mucho más que restaurar un juguete”.
E hizo hincapié en que “cuando un juguete llega a un niño empieza una nueva historia, más cuando el juguete ya trae su propia historia, y nosotras nos llenamos de amor al ver que el trabajo está hecho”.
También confió que hay muchos niños que deciden compartir lo que tienen, entonces son los mismos chicos que acercan sus “chiches” para que quien no tuvo su misma oportunidad también reciba un obsequio de Navidad.
“No veo la hora que llegue el día para entregar los juguetes, me emociono, agarro las muñecas y me vuelvo loca, los autitos, jugamos como niñas, me encanta y me imagino entregándolas, me imagino esas caritas”, confesó Rosana.
“Para nosotras nuestro trabajo está hecho desde el momento en que nos reunimos, porque así logramos llegar a muchas casas, es nuestro granito de arena”, finalizó Lucía.
Más…
Todo esto va más allá de entregar un juguete en Navidad, es un trabajo muy amplio pues “lo que queremos es que el día de mañana estos niños también puedan ayudar”, dijo Lucía.
Y contó que “yo fui uno de estos niños, a mí me criaron así, mi papá era el Papá Noel del barrio, él murió muy joven, tenía 41 años y falleció en un accidente, pero nos enseñó a ser solidarios. Todas las que estamos en el grupo alguna vez pasamos algún tipo de necesidad, hoy somos mujeres solidarias y queremos que algún día uno de esos niños que reciben juguetes sean los que se queden no necesariamente en un hospital de juguetes, pero sí que busquen hacer una tarea por el bien de su comunidad”.
“También es enseñar a los hijos de Dos de Mayo a compartir, más en un momento en que nuestro país está pasando por una situación económica sensible, en la que por ahí alcanza sólo para comer pero no se piensa en un juguete, nosotras pensamos en eso”, apuntó Rosana que comenzó a trabajar junto a sus compañeras el 17 de septiembre y reunieron ya 700 juguetes, “primero queríamos llegar a los 500, ahora a los 1.000” y ya debieron mudarse dos veces para trabajar con comodidad, confesaron las jóvenes.