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Largas filas de autos y colectivos en el acceso al histórico Santuario de Loreto modificaron el panorama habitual de esta peregrinación, que cumplió el domingo 17 años y que esta vez apenas sumó un centenar de ciclistas y un puñado de valientes que, “contra viento y marea”, decidieron completar a pie el recorrido.
Es que el nutrido grupo de caminantes que partió desde el Santuario de Fátima (en Posadas) el sábado por la tarde, acompañado de decenas de autos de apoyo de las diversas comunidades religiosas y bajo estrictas medidas de seguridad con efectivos policiales y de otras fuerzas, además de asistencias sanitarias, se encontró durante la madrugada con fuertes tormentas que fueron mellando su resistencia.
Por suerte, “nunca faltó un mate cocido o una torta frita por el camino, en todos lados nos fueron recibiendo a nuestro paso con mucho amor. A pesar de las inclemencias, nos sentimos muy acompañados”, aseguró Miguel Ángel Moura, el encargado de coordinar todo el operativo desde la Diócesis capitalina, con el acompañamiento de diversos estamentos del Gobierno provincial y los municipios, además de aportes privados.
A pesar de todo, el esfuerzo fue muy grande y, ya en plena explanada de Loreto, no faltaron escenas de desfallecimientos y desmayos, asistidos de inmediato por los profesionales sanitarios destacados para la ocasión.
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Uno de los grupos que se “largó” en bicicleta a pesar de las condiciones adversas durante toda la noche y la madrugada fue el de la Parroquia San Ignacio de Loyola, de la localidad homónima, que desde la primera edición participa en la peregrinación. Incluso, de un total de alrededor de 27 integrantes, seis de ellos decidieron ir hasta Posadas para desde allí acompañar la columna principal.
“El tiempo nos maltrató mucho, por la torrencial lluvia y por el viento en contra, que no dejaba avanzar, pero a pesar de eso pudimos llegar. La seguridad estuvo muy bien, nos acompañó todo el camino”, contó Diego Gómez, quien apuntó que los principales pedidos en esta ocasión giraban en torno a “nuestras familias y nuestra comunidad, para que más jóvenes se acerquen a la parroquia”.
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“A pesar del mal tiempo y de la lluvia, estuvo lindo”, sentenció a su turno Bienvenido Castaño, quien llegó -también en bicicleta- desde Garupá junto a su hijo Fernando. Destacó el “buen comportamiento y el respeto” de los automovilistas con los que ayer debieron compartir la ruta y el apoyo de la Policía, que colaboraron entre todos para que el tránsito para los ciclistas se desarrollara sin contratiempos.
Esta fue su primera experiencia en Loreto, después de haber participado en varias peregrinaciones a Itatí (Corrientes) junto al grupo de la iglesia de Fátima. “Siempre uno pide fuerzas para todos, para mejoría de la familia y para que se supere este tiempo medio crítico”, explicó Bienvenido.
Su hijo Fernando calificó como “demasiado linda, muy diferente a Itatí” la experiencia vivida ayer y consideró que la lluvia fue “una bendición”.
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También fue el primer año de participación en este encuentro para Horacio Chilavert y su familia, procedentes de Posadas, quienes, por las inclemencias meteorológicas y la corta edad de los niños, no tuvieron otra alternativa que trasladarse en auto al Santuario. “Más que nada, venimos a agradecer más que a pedir”, explicó.