El reclamo por una ciudad “más amigable” y que les brinde “mayor accesibilidad” centró el debate en el segundo Parlamento Municipal para Personas con Discapacidad que ayer se realizó en el Concejo Deliberante local. Como hace un año, el recinto de la vieja casona de Bolívar y Rivadavia se vio colmado de un público atento al planteo de los participantes y que aplaudió cada una de las ponencias.
De los diversos temas abordados sobre la problemática cotidiana de estas personas, en especial el debate y buena parte de las iniciativas hicieron eje en la insatisfacción por el servicio que brinda el transporte urbano de pasajeros. La escasez de vehículos adaptados para el ascenso y descenso de quienes padecen discapacidad motriz, ancianos y embarazadas fue la queja principal en este aspecto.
Se reclamó, por ejemplo, por la dificultad para el acceso de las sillas de ruedas presenta en las unidades con puertas anchas que ellas posean un pasamanos en el medio de ese espacio que se convierte en un obstáculo para ingresar a la unidad. “Para pasar hay que plegar la silla, además del esfuerzo que esto significa, en mi caso necesito la ayuda de al menos cuatro personas para subir”, denunció Tomás Motta.
Pero también se reclamó que las empresas instruyan a sus choferes para que se detengan cuando ven esperando el colectivo a una persona con bastón blanco o verde. Solicitaron además que se habilite el pasillo que une las terminales de ómnibus con la de transferencia de la avenida Quaranta para evitar verse obligados a salir a la avenida Santa Catalina para unirlas, con el riesgo que se corre en ese tránsito.
Hubo propuestas asimismo para que se capacite laboralmente a las personas con discapacidad y a quienes tienen que atenderlas, a la vez de contar con intérpretes del leguaje de seña en ciertas oficinas y en los servicios asistenciales de los hospitales públicos.
Como hace un año, se insistió en la necesidad de eliminar los obstáculos físicos y urbanísticos de las veredas, así como su reparación.