Con motivo de la celebración del Día de la Música, (22 de noviembre) estuvimos repasando un libro señero del músico y compositor Don Campbell.
Se trata de El efecto Mozart en cuya tapa nos exhorta: “Experimenta el poder transformador de la música”. Es un compendio de valiosas experiencias que comenzaron cuando el autor sufrió una lesión en el cerebro, producida por un golpe en el lado derecho de la cabeza.
Sus padecimientos se acompañaron de profundas reflexiones. Desde su condición de músico clásico, de crítico musical y de director de una importante asociación de coros de niños, siempre había buscado la armonía fundamental que anima y sostiene el Cosmos, sabiendo que desde tiempo inmemorial el sonido y la música han sido asociados con la
Creación o la vibración primera del Universo. Entonces comenzó a canturrear concentrándose en la zona de la lesión, mientras sentía el poder de un sonido que tenía calor y luminosidad.
Así logró calmar sus estados fisiológicos básicos, dejando que la respiración y la circulación sanguínea y energética se integren con su mente y su cuerpo para hacerle sentir una inmensa quietud y presencia, estado que la ciencia relaciona con cambios hormonales y neurológicos positivos. A las pocas semanas, los exámenes médicos mostraron una extraordinaria reducción de la lesión. Y Don Campbell supo que “había sido curado por la música de las esferas”.
En su libro nos muestra el poder sanador y transformador de la música y cómo integrarla a nuestra vida diaria. Y si bien seleccionó con este propósito obras de varios autores clásicos y modernos, en la música de Mozart encontró una relevante contribución al equilibrio entre el cuerpo y la mente.
Luego de mencionar que el efecto de dicha música había sido investigado en la Universidad de California a comienzos de los ’90 y que a partir de esos estudios numerosas escuelas públicas incorporaron obras de Mozart como música de fondo, obteniendo mejorías en la atención y el rendimiento de sus alumnos, Campbell explica que escuchar un concierto de violín de Mozart “organiza” la actividad de las neuronas en la corteza cerebral, refuerza los procesos creativos del hemisferio derecho relacionados con la percepción espacio-temporal y facilita la actividad cerebral superior, lo que implica mejorar la concentración y la capacidad de dar saltos intuitivos.
También nos dice que la música de Mozart tranquiliza y clarifica la expresión del corazón y el cerebro porque todos sus sonidos son muy puros y simples. Es al mismo tiempo misteriosa y accesible, transparente, sin artificio. Su magistral encanto y simplicidad nos permite acceder a nuestra sabiduría interior más profunda.
Pero… ¿quién fue Wolfgang Amadeus Mozart? Fue uno de los niños prodigio más famosos de la Historia. Nació en Salzburgo, Austria, el 27 de enero de 1756. Excepcionalmente dotado, compuso su primera obra a los seis años y a los doce ya componía sin cesar. Fue capaz de escribir las melodías más dulces y armoniosas en medio de las circunstancias personales más difíciles. Su arte conserva la serenidad y nunca se hace estridente.
Cuando falleció en Viena el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años de edad y confortado con el canto de amigos y familiares, nos había legado 626 obras.
Sin pretender sintetizar un libro de la magnitud de El efecto Mozart, donde Campbell describe innumerables casos y tratamientos y se refiere al desarrollo de la musicoterapia, comentaremos que la música influye en todos los seres vivos y que los millones de personas que actualmente buscan métodos alternativos para mantener la salud básica, estabilizar las emociones y aliviar dolencias comunes… no tienen que buscar muy lejos: su propio equipo de sonidos (oídos, voz, elección de música o sonidos autogenerados) es el medio más efectivo de que disponen, no cuesta nada y lo llevan siempre consigo, a condición de elegir sonidos sanadores y desechar los perturbadores.
La belleza de la música de Mozart puede acompañar suavemente a diversas terapias. Y en nuestra clase de Yoga, en la hora del ahora, en la relajación final… escuchen… es el suave ritmo de un pulso feliz y una respiración calma… escuchen… es un andante de Mozart… podemos sentirlo dentro y alrededor de nosotros… aquí y ahora. Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
anacelab@gmail.com
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