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La peor de todas las pesadillas se transformó en realidad el último lunes para Dorcelina Santos Camargo, de 73 años. En manos de su exyerno, su hija fue asesinada de al menos doce puntazos en plena calle. Sin embargo, en medio del dolor, la mujer sacó fuerzas para explicar lo sucedido y, además, hacerse cargo de las tres nietas que quedaron sin madre.
“Él la citó al Juzgado para resolver el tema de unas tierras, de una chacra, pero en realidad era para hacerle esto”, contó Dorcelina anoche a PRIMERA EDICIÓN, convencida de que el autor del hecho, de 36 años y detenido pocos minutos después, calculó fríamente y tendió una trampa para matar a su hija.
Dorcelina, además de ser madre de Cecilia Marlene Krujowski (34), la joven ultimada el lunes por la mañana, es también testigo clave de lo sucedido. Es que su hija fue ultimada cuando caminaba junto a ella. De allí la importancia de su testimonio.
“Ellos tenían una chacrita que era para la nena. Nosotros fuimos al Juzgado de Paz por ese tema. Miguel la citó porque quería quedarse con la chacra”, explicó Dorcelina este martes por la noche desde Aristóbulo del Valle, donde familiares y amigos brindaban el último adiós a Cecilia.
“El juez no nos atendió porque no estaba. Entonces nos dijeron que vayamos a buscar unos papeles a la Comisaría de la Mujer, para ver qué podían hacer con todo ese tema. Ellos habían vivido juntos siete años y él siempre la amenazó, pero ella nunca nos contó”, recordó la entrevistada.
Dorcelina y Cecilia partieron desde el Juzgado de Paz de Aristóbulo hacia la dependencia policial, emplazada a unas diez cuadras. Nunca imaginaron que, en realidad, la presunta audiencia entre víctima y victimario era una excusa, quizás una trampa para que la mujer saliera de su casa.
“Veníamos caminando. Y de repente él le saltó encima a ella. No dijo nada. No decía nada. Con una mano la agarró y con la otra comenzó a hincarle. Yo salí corriendo y comencé a pedir a los gritos ayuda, auxilio. Mi hija no pudo hacer nada, pobrecita”, se lamentó, conmovida, Dorcelina.
El episodio sucedió minutos después de las 10 en plena zona urbana de Aristóbulo del Valle, a metros de la Municipalidad local. Enseguida vecinos y transeúntes se acercaron a ayudar, pero no pudieron hacer mucho: el ataque duró apenas segundos, los necesarios para que el acusado sometiera de por lo menos doce puntazos a Krujowski.
“Una señora salió a ayudarnos. ‘¿Qué pasó?’, me dijo. ‘Ahí está mi hija, muerta’, le tuve que decir. Yo salí corriendo, porque sino me agarraba a mí también. Cuando me di vuelta, ella ya estaba muerta”, reveló Santos Camargo, quien entonces supo que el autor era su exyerno, el mismo que “hace tres años llegó hasta nuestra casa con una escopeta para matarnos”.
Aquel episodio fue el que derivó en la detención y posterior condena por “tentativa de homicidio” que recayó sobre el sospechoso, quien terminó condenado a tres años de cárcel, que cumplió en la Unidad Penal II, la cárcel de Oberá. Tras pagar esa pena, salió en libertad el lunes 5 de noviembre. Y la familia está segura que tramó esa audiencia judicial con la única intención de culminar con lo que había prometido años antes: matar a Cecilia.
Entre lágrimas y a la espera del último adiós a su hija, Dorcelina exigió justicia.
Lo que pedimos es que se haga justicia. Ese hombre no puede volver a salir de la cárcel. No lo pueden largar más. Si lo largan, va a seguir matando”, afirmó la mujer.
Más allá de la pérdida, la madre de Cecilia pidió ahora por la integridad del resto de su familia: “tenemos miedo, nosotros no tenemos ningún arma, pedimos que se haga algo con este hombre, que no lo larguen nunca más. ¿Para qué le metió tantas veces el cuchillo si ya estaba muerta”, se preguntó, en medio del dolor.
Más allá de lo que le tocó vivir, Dorcelina aseguró que Dios le dio fuerzas y entereza para afrontar el futuro y, sobre todo, cuidar de sus nietas, las hijas de Cecilia y el ahora detenido.
“Tienen 3, 7 y 10 años. Están conmigo y se van a quedar conmigo hasta que me muera. Vamos a hacer todo lo posible para que se queden para siempre”, exigió, tras lo cual finalizó: “Una vez que caí en todo lo que pasó, Dios me dio la fuerza necesaria, pensando en mis nietas, para cuidarlas. Ahí me calmé. Esa noche no dormí nada, ni 5 minutos, pero ahora Dios me dio la fuerza para seguir por ellas”.
El episodio que conmueve a la provincia tuvo lugar el último lunes a las 10, cuando Cecilia caminaba con su madre y fue interceptada por su expareja, de 36 años y ya detenido, quien le asestó al menos doce puntazos en plena calle Mariano Moreno, a cien metros del Juzgado de Paz.
Efectivos de Investigaciones de la UR-XI rápidamente montaron un operativo que derivó en la detención del sospechoso, quien intentaba abandonar la ciudad. A pocas cuadras hallaron el arma homicida.
“Sólo pedimos justicia”
Luis, uno de los hermanos de Cecilia, se plegó al pedido de su madre y exigió justicia por el crimen de su hermana. “Queremos que se haga justicia. Esto no fueron amenazas. Él la citó a ella en el Juzgado, pero fue un argumento para sacarla de casa, para hacerle esto”, subrayó.
Tal como considera Luis, la familia sostiene que todo fue una trampa. “Lo planeó en la cárcel. Ya tenía en la cabeza y cumplió con su meta. Por eso ahora pedimos a las autoridades que se haga justicia”, cerró.