La reconocida metalúrgica obereña perteneciente a la familia Lory, acaba de exportar su segunda máquina cosechadora de té. En esta oportunidad el destino es la República de Kenia en el continente africano. Para Jorge Lory (50), hoy al frente de la empresa, es el producto del trabajo de cuarenta años, iniciado por su padre, Julio (79), mejorado por él y potenciado por su hijo David (26). Tres generaciones abrasando una herencia que promete continuar con el desarrollo de la industria. En los próximos días estarán presentando al mercado una maquinaria destinada a otro de los productos emblemáticos de la provincia, la yerba mate, creada por el más joven de la familia.
Julio Lory fue uno de los primeros mentores de las cosechadoras de té en la zona, según confió a ECO Y AGRO, el secreto fue el trabajo en campo, recorrer los teales con la máquina en mano para ir adaptándola a la tarea.
Mientras tanto sus hijos crecían entre hierros y soldadoras en el taller familiar. Fue Jorge quién luego de culminar los estudios en la Escuela Técnica de Oberá y cumplir el servicio militar, se incorporó al taller que finalmente quedó en sus manos. Ahora su hijo, ingeniero electromecánico, sigue con la tradición sumando ideas innovadoras que ya muestran sus resultados.
“Mi papá decía que nosotros podíamos seguir con el taller, siempre tuvo apertura a las nuevas propuestas o mejoras que se me ocurrían. Fue sin darme cuenta, con la experiencia de él que fuimos avanzando, hoy me toca a mí reconocer que la evolución es necesaria. Mi hijo apenas se incorporó me dijo tenemos que mejorar la página, fue gracias a eso que nos contactaron de Ecuador primero y en septiembre para viajar a Kenia e iniciar una etapa que me asusta pero me enorgullece a la vez” expresó Jorge. “Además le dio confort a las cosechadoras. El operario trabaja en una cabina con aire acondicionado, música, como si estuviera en una oficina. Cambia el concepto cultural en función a las necesidades de las nuevas generaciones”.
La primera exportación fue a Palora, provincia de Morona Santiago en Ecuador. “Dentro del Amazonas, un lugar en el que llueve todos los días, hace calor y cosechan todos los días del año. El suelo es blando. Ahí me encontré con que hace muchos años otro obereño les montó el secadero, Hugo Sniechowski, fue una increíble casualidad. Esa máquina sigue cosechando, ya tiene más de dos mil horas de trabajo” relató.
Esa primera exportación generó la realizada hace pocos días. Un inglés, radicado en Londres, propietario de importantes plantaciones en Kenia contactó a los obereños para llevarlos al país africano. “Nos pagó una estadía de una semana a mi señora (Silvia Weber), que es quien maneja el inglés (idioma) y a mí, para que veamos si la máquina se adaptaba a esas tierras. Nos encontramos con que tienen mucha similitud con Misiones. Eso fue en septiembre (pasado). El miércoles (21 noviembre) mandamos la primera cosechadora. En 54 días llegará a destino. Luego debemos ir para armar, ponerla en funcionamiento y capacitar al personal” detalló el metalúrgico.
Según contó Jorge Lory, la producción tealera en Kenia supera ampliamente la de esta región. “Hay 260 mil hectáreas de plantaciones, todo cosechado a mano. Pero el promedio de edad de los obreros es alta, porque los jóvenes buscan otro destino. Fue lo que llevó a l inglés a buscar las máquinas. En Japón se fabrican otras pero son chicas, manuales. Así surge el negocio”.
La cosechadora exportada fue con cinco implementos. “Van a poder cosechar, podar, cantear, rebajar y fertilizar. Además van todas las herramientas y repuestos, para que todo esté prefecto e incluye la capacitación. Estamos haciendo un manual que debemos pasar a inglés, en febrero viajamos nosotros”.
La última exportación, por su magnitud, adquiere mayor relevancia para la familia al momento de detenerse y reflexionar. “Siento una emoción impresionante, en el contenedor no solo fue la máquina, sino que fueron cuarenta años de historia surgida acá. Mirando adelante quiero que siga la relación con otros países, pero me asusta, está en juego nuestra responsabilidad y compromiso. Hicimos todo para certificar, porque es nuestro prestigio y el aval para que nuestros clientes estén tranquilos porque adquieren algo de calidad” subrayó Jorge.
En el taller, ocho empleados cumplen con los roles asignados. Muy cerca Don Julio, jubilado, sigue los movimientos del lugar y cada tanto se aparece con un mate para compartir con su hijo y su nieto. Para la familia es habitual recibir visitantes de diferentes puntos del mundo que vienen a conocer lo que hacen, asimismo a alumnos de las escuelas técnicas que llegan para pasantías. Todos reciben la misma atención. “Estamos viviendo un gran momento como familia, tanto en lo laboral, como personal. En poco tiempo llegará nuestro primer nieto (hijo de su hija Yeny), así que luego de recibirlo, viajamos a Kenia” confió emocionado el titular de Lory Máquinas.