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Para los habitantes de Colonia Aurora, el cementerio que depende de la Municipalidad es amigable, lo incorporaron como un lugar para visitar y honrar a sus muertos. En el lugar siempre se encuentran con un hombre alto, un poco desgarbado, llamado Oldemar “Idi” Grujer, de 52 años, que desde hace 16 años tiene por oficio enterrar a los muertos de esta localidad. Además, también aconseja a los familiares, cava la fosa común, construye tumbas con ladrillos, cerámicas y floreros para embellecer el lugar. Sin embargo, jamás cobró salario por esta labor.
Desde hace un tiempo, “Idi” está preocupado porque cada vez le pesa más su inestabilidad laboral. Es por ello que se reunió con el diputado Carlos Goring del Partido Agrario y Social (PAyS). “Idi” siente que los años avanzan, tiene hijos y nunca fue contratado como empleado municipal y cree que le corresponde.
“Hace mucho tiempo que trabajo en el cementerio que tiene más de 45 años. Varias veces fui a reclamar al intendente, Jorge Gabriel Kramer, que me contraten, porque necesito tener un ingreso; pero me dicen que por ahora no se puede. Se me hace pesado llevar tantos años trabajando sin cobrar”, se quejó. Para sobrevivir, el hombre se rebusca haciendo las fosas. Cuando muere alguien, la funeraria lo llama para que él se ocupe. “Me pagan 500 pesos para hacer el pozo para la tumba; pero no es fácil, hay meses que no muere nadie”, expresó.
Como el cementerio depende de la municipalidad, en varias ocasiones “Idi” se acercó a pedir que lo reconozcan como empleado municipal. “Muchas veces fui a pedir, no sólo un salario, sino nafta para la máquina con la que podría desmalezar, porque con machetear no alcanza; pero nunca me dieron ni un metro de hilo para la cortadora, ni medio litro de nafta. Los que manejan la Municipalidad no me ayudaron jamás. Reclamé para que por lo menos me paguen el trabajo de limpieza; tengo tres hijos para mantener, ya empezaron la facultad, hay que pagarles el alquiler y no me alcanza”, se lamentó.
Al no cobrar por la labor que realiza “tengo que salir a buscar changas, y si me pongo a limpiar acá, ese día lo pierdo”, indicó el hombre a la vez que aseguró que en cada campaña electoral, los candidatos se comprometen a contratarlo “pero pasan las elecciones, el intendente gana y nunca cumple. No hay un director o un jefe a cargo del cementerio, y a mí no me quieren estabilizar. Ya fui a pedir muchas veces que me ayuden con un salario mensual, o aunque sea que manden la máquina para limpiar, y camiones de tierra para rellenar porque solo no puedo”, reiteró.
Queda poco lugar en el cementerio
El cementerio municipal es el único en el pueblo, no existe uno privado. Ocupa aproximadamente una hectárea y hay más de 2.000 sepulturas. “No hay personal municipal en el cementerio, entonces no saben lo que significa trabajar en este lugar. No existe un director como pasa en otros pueblos. Nunca vienen a mirar si pasa algo, si se necesita alguna cosa. En los 16 años que llevo acá nunca vi al intendente recorriendo o preocupado por este lugar”. Así intentó “Idi” ejemplificar la desidia del municipio.
El otro problema es la falta de espacio físico. El predio está totalmente abarrotado de tumbas, y el enorme terreno convertido en capuera que bordea el cementerio, está en bajada, y es un gran pozo que necesita ser rellenado para extender las tumbas que ya no caben actualmente.
“No hay más lugar, a veces tenemos que enterrar uno arriba o muy cerca del otro por falta de espacio. En el terreno lindante que rodea al cementerio hay lugar; pero hay que limpiar. En total es una hectárea, y habrá un 30% más o menos que se puede ocupar, pero necesita limpieza, desmalezamiento, porque abajo hay muchas piedras. Hay que meter máquina, rellenar y arreglar”, insistió el sepulturero. “Me dijeron que el de Alicia está bien arreglado y debe ser porque el intendente Kramer vive ahí, y se preocupa más por ese cementerio que por éste. La gente ya no sabe dónde poner sus muertos; hemos llegado a colocar hasta tres en una fosa por falta de lugar”. Cada vez que muere una persona en Aurora, Grujer tiene que hacer malabares para encontrar el espacio donde cavar una fosa.
“Suelo pensar en abandonar este trabajo, y buscar otro; porque suele pasar uno o dos meses que no entra un solo peso. No me piden que haga fosas porque no muere nadie, y entonces trato de buscar una changa. Mi mujer cobra una pensión por discapacidad porque tiene un solo riñón”, aseguró.
Contó que cuando las familias van a visitar a sus muertos se molestan si ven el cementerio sucio y desprolijo. “Me da vergüenza porque es mi lugar de trabajo y trato de limpiar por mi cuenta; pero al no tener los elementos, se me complica. No pido mucho, sólo un salario y las herramientas para mantener limpio el lugar y poder extenderlo para que haya más fosas cuando se necesitan”, cerró.