Todos los seres humanos experimentamos problemas en el transcurso de nuestra vida. Algunos les temen y hacen todo lo posible por evitar enfrentarlos y resolverlos. La razón para ello es que la mayoría de nosotros ignoramos que un problema es un pasaporte al crecimiento y no un obstáculo en el camino. Toda dificultad que surge debería llevarnos a crecer y avanzar.
Las personas funcionamos con estabilidad. Uno se compra la casa o consigue el empleo de sus sueños y se estabiliza. Es decir, que ingresa en la rutina en una especie de “piloto automático”. Y es ahí donde el problema viene a quebrar dicha estabilidad.
Los problemas son en realidad, despertadores o rompedores de la homeostasis o el equilibrio. Como todos nosotros tendemos al equilibrio, necesitamos de vez en cuando una situación difícil que requiera de nuestra atención y dedicación que nos sacuda el equilibrio en el que solemos caer.
Aunque suene extraño, necesitamos los problemas en nuestra vida. Porque cuando hay estabilidad durante un tiempo, la mayoría de la gente juega a mantener y no se dedica a crecer.
Si yo tengo un negocio que funciona bien y me genera un buen ingreso, muy probablemente durante años no realice ningún cambio, ninguna mejora, ninguna innovación. En ese caso, estoy jugando a mantener lo que tengo y todo lo que se mantiene con el tiempo se termina perdiendo.
Hay líderes, en todas las áreas, que prefieren perder a su gente antes de brindarle la oportunidad de crecer. Pero cuando uno juega a retener y dice: “Esto es mío… esta persona es mía… esta es mi área… esta idea es mía”, tarde o temprano lo perderá.
Para disfrutar de vidas plenas con avances significativos en todos los aspectos, nuestra mentalidad debería ser: “Juego a ganar” porque los seres humanos fuimos diseñados para ser como la luz de la aurora que va en aumento. ¿Estás creciendo allí donde te encontrás? ¿O estás jugando a mantener lo que tenés por temor a perderlo?
Si en el dibujo de la curva de crecimiento en cualquier área que sea, crecemos, crecemos y crecemos pero hay un momento de meseta en el que empezamos a decrecer, seguramente vamos a perder. Es precisamente cuando decrecemos que viene el problema pero este nos conduce a volver a crecer.
Por eso, lo ideal es no crecer solo cuando aparecen las dificultades sino hacerlo aun cuando estamos creciendo. Siempre podemos hacer algo para avanzar, sin esperar el problema que nos haga crecer. Tenemos que crecer e ir por más cuando estamos bien, no cuando estamos mal.
Si tenés trabajo, buscá trabajo. “Pero si ya tengo uno”, tal vez digas. Pero podés encontrar uno mejor. Y si no es mejor, no importa porque ya tenés uno. Cuando tenemos buena salud, debemos mejorar nuestra salud. Cuando disfrutamos una pareja sana, debemos mejorar nuestra pareja. Hacer que lo que funciona crezca.
Todo se puede mejorar, incluso, lo que funciona bien. El reactivo solamente crece con los problemas pero el proactivo sale a conquistar y nadie lo detiene.
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.