Vivimos en épocas de “inmediatez”, maravillosa inmediatez, tenemos poco aguante a la hora de soportar cualquier cosa que no sea “ya”. Ya sean los inconvenientes de una gripe, que en lugar de aprovechar y analizar qué nos está pasando a un nivel más profundo que el puramente orgánico, nos llenamos de medicamentos que nos ponen a andar inmediatamente, ya sea para cocinar, para tomar decisiones, etc.
Confío profundamente en los procesos, se trate de un proceso de elaboración de un producto, los procesos de la naturaleza, procesos de construcción de consenso, procesos personales.
Pareciera que los humanos somos los únicos que concluimos en que los ritmos que requieren los procesos no tienen importancia y que respetarlos no es necesario, insistimos en acelerarlos. Así forzamos los ritmos naturales del cuerpo, de aprendizaje, de enfermedad, etc.
La propuesta de hoy es aprovechar el maravilloso proceso que implica el adviento para reflexionar, metiéndonos de lleno en el “ser”, en lugar de “hacer”.
Habitemos este tiempo, que el proceso en sí sea la meta deseada, centrémonos en el presente para valorarlo. No pasemos por alto tantas maravillas que habitan en nuestra vida. Detenernos y agradecer nos permite cultivar el bienestar.
Habitar nuestro ser, nos permite conectar con el amor, con esa capacidad del alma que hemos recibido desde el momento de nuestra concepción y así tomar la decisión de construirlo día a día.
Cultivar ese amor que a veces no puede sobrevivir a la prisa, a la cotidianeidad que nos lleva a veces a pensar sólo en uno mismo, a la falta de comunicación, al egoísmo, a la soberbia, a la falta de decisión y compromiso, pero sobre todo a la ausencia de perdón y comprensión, a lo fácil, lo superficial, a lo pasajero pero inmediato.
Conectar con el agradecimiento y la humilde actitud de reconocer que siempre podemos hacerlo mejor, que no debemos parar de luchar por construirlo y que vale la pena, no sólo por nuestro enriquecimiento sino también por el de los demás.
Dios nos ama por lo que somos, no por lo que hacemos. Agradecer permite elevar nuestras emociones positivas, es el puente para generar vínculos poderosos, confiables, esos que nos sostienen sabiendo que no estamos solos.
Solo revisando y trabajando nuestro ser, los cambios en el “hacer” serán sostenibles, el “ser” nutre el “hacer”.
Celebremos, día a día, la aventura de vivir.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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