Mucha gente me pregunta qué significa perdonar. En primer lugar, es preciso aclarar lo que no significa. Perdonar no es olvidar ni minimizar eso negativo que me sucedió y me lastimó. Perdonar es no permitir que ese hecho en mi pasado que me causó sufrimiento determine mi hoy y mi mañana.
Necesitamos, sobre todo en estos tiempos, disfrutar de nuestra vida en el momento presente, aunque las circunstancias no sean las ideales, y creer en un futuro mejor lleno de paz y felicidad. Para alcanzar este estado, donde somos capaces de perseguir nuestros sueños y cumplir nuestros anhelos, es fundamental tomar la decisión de perdonar.
El perdón no es una emoción sino una decisión que implica lo siguiente:
a. Ser conscientes de que yo también puedo herir a otros.
b. Saber que cuando perdonamos realizamos un acto de grandeza, pues transmitimos este mensaje: “Lo que viví hasta ahora no tiene el poder de controlar mi vida y determinar cómo me siento”.
c. Poner límites, lo cual es sinónimo de “reglas claras”. No deberíamos decir que sí y que no siempre a todo el mundo. Por ejemplo, si yo no dañé a alguien, no necesito pedirle perdón solo para quedar bien con esa persona.
d. Apoyar la cabeza en la almohada por las noches y ser capaces de dormir tranquilos.
Cuando nos ofendemos por algo que nos hacen y esperamos que nos pidan perdón, por lo general se debe a que tocaron nuestro “talón de Aquiles”. Ese lugar de susceptibilidad que puede ser activado por una herida que no fue sanada. Seguramente de chicos nos hirieron de esa forma y nos prometimos que no volvería a sucedernos.
Nos enfadamos cuando alguien nos hace atravesar la misma situación por habernos hecho esa promesa. En estos casos, hay que tomarse todo el tiempo necesario para mirar hacia adentro y sanar esa herida que no nos deja avanzar en la vida y ser libres de la gente.
Siempre habrá alguien que nos lastime (la gente lastimada lastima a otros) pero, cuando estamos emocionalmente sanos, no somos fácilmente ofendibles.
El resentimiento es una de las emociones más tóxicas que existen. Podríamos compararlo con un avión que está volando y nunca aterriza. ¿Qué ocurrirá, a medida que pasa el tiempo? En algún punto, se quedará sin combustible.
El perdón vendría a ser el hecho de hacer que el avión aterrice y no se termine estrellando. Es muy importante cuando estamos doloridos por una ofensa (real) brindarnos el espacio adecuado para hablar de ello y expresar todo lo que sentimos.
De ese modo, somos libres del dolor emocional y del rencor por lo que nos hicieron. Recién ahí llega el perdón.
A nadie le gusta que lo maltraten, lo insulten o lo critiquen. Pero nadie está libre de ofender a alguien, ya sea de palabra o de hecho. Por eso, si nos lastiman, perdonemos. Si cometemos una equivocación, perdonémonos.
Los errores son parte de la vida y nos dejan una enseñanza, al igual que el dolor de las heridas. Perdonar no modifica el pasado pero nos depara un futuro mejor porque nos libera.
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.