“Quisiera ser modelo”, es lo que responde Julieta Silvina Lucía Cano ante la pregunta de qué le gustaría ser. La respuesta es firme, clara y concisa y expone un sueño y, a la vez, un objetivo: subirse a una pasarela.
Julieta tiene 24 años y nació con síndrome de Down, una condición que no es un impedimento para cumplir el sueño que tiene desde chiquita porque frente a la cámara se desenvuelve como pez en el agua.
Juli, como la llama toda su familia, nació en Santo Pipó hace 24 años. Vive en el barrio Las Malvinas de dicha ciudad con su mamá Nilda Christin, hoy docente jubilada.
“Siempre tuvo toda la estimulación que le pude dar viviendo en el interior de la provincia, porque es más complicado debido a que tenés que viajar a otras ciudades”, explicó Nilda a PRIMERA EDICIÓN.
“Siempre la integramos a todo y en la familia siempre fue el centro, bien aceptada y recibida”, agregó. El primer médico que la atendió le aconsejó a Nilda que Julieta tenga una vida social como la cualquier chico y así fue. “Nunca marcamos la diferencia”.
La situación se complicó un poco cuando fue el momento de empezar la escuela: debido a la poca oferta que tiene una ciudad como Santo Pipó, Julieta hizo toda su formación en la Escuela Especial 38 y después tuvo que viajar a Hipólito Irigoyen para terminar la escolaridad en una institución que recibe a adolescentes.
A esta ultima “fue durante tres años, hasta mitad del año pasado, después estuvo un poco enferma y dejó de ir”, recordó su mamá. Mientras iba a la escuela tuvo su primer encuentro con los medios: era una activa participante en un programa de radio que escuchaba toda la comunidad.
A mediados de este 2018, Nilda la llevó a Puerto Rico para inscribirla en Barrilete, Centro de salud y aprendizajes, donde tiene varios talleres en los que “diseñamos ropa” y “también aprendí a hacer mate”, señaló Julieta. Fue en Barrilete donde su sueño comenzó a hacerse realidad.
El book de modelo
En una charla con la psicopedagoga Daiana Heck y la psicóloga Romina Graef de Barrilete, Julieta contó cuál era su sueño: ser modelo. Entonces, pusieron manos a la obra: buscaron a Alejandra Goralewski, maquilladora, Mirna Gómez que la peinó, Tamara Krein que la vistió y al fotógrafo Sergio Rambo. En la costanera de dicha ciudad, con la ambientación De allá ité de Ingrid Simon, hicieron la primera sesión fotográfica de Julieta para conformar su book.
“Sacaron fotos bastante interesantes”, dijo su mamá y señaló que “ese fue el primer paso para cumplirle el sueño porque allí ella se sintió una modelo”. “Me sentí cómoda y re bien”, agregó Julieta. En esa sesión se dio cuenta que eso es lo que quiere hacer realmente.
“Estamos contentas por el hecho de que tan pronto le organizaron todo, que fue algo que la hizo sentir bien”, indicó la mamá.
“Quiere ser modelo desde chiquita. Es de mirar videos y revistas y siempre cuando le preguntan qué quiere ser dice que bailarina y modelo. Yo que fui docente y siempre le digo, ‘nunca maestra ni enfermera’”, dijo Nilda entre risas.
Además del modelaje, a Julieta también le gusta bailar. Hace zumba en Santo Pipó que “me encanta” y “antes hacía danza clásica”, dijo la joven, “y brasilero y árabe”, recordaron sus primas Gabriela Christin y Antonella Estigarribia, que acompañan siempre a Julieta.
“También le gusta pintar, todo lo relacionado con el arte, tiene su profesora en Santo Pipó y pintan cuadros. Tiene varios colgados en la casa y faltan un par por colgar”, señaló su mamá. No sólo eso, “otro sueño que tengo es ser cantante”, dijo Julieta. “El 25 de diciembre estábamos haciendo karaoke, cantando en casa y bien, re bien, divina”, señaló Antonella.
Cómo sigue la historia de Julieta
Mientras espera la oportunidad de subirse a una pasarela a hacer lo que más le gusta, la intención es pasar las vacaciones en algún arroyo misionero y piletas y algunos “teres” con Aldo y Victoria, los amigos de Julieta de Santo Pipó.
Seguir con las clases de zumba y, cuando arranque todo en 2019, en Barrilete “quieren prepararla para hacer alguna actividad para que pueda depender un poco de ella, hacer algo relacionado con el arte. Esas son las expectativas que tenemos, ver qué podemos lograr y con qué le pueden ayudar ellos desde su vista profesional y que conocen más del tema”, señaló Nilda.
La intención es que Julieta pueda hacer algo que le gusta y comenzar así un camino de independencia. Lo ideal sería que sea de la mano del modelaje y pueda así cumplir su sueño.
La educación especial en el interior
Luego de la experiencia con Julieta, Nilda habló sobre la situación que vive la educación especial en las localidades del interior de la provincia.
“En Santo Pipó los chicos salen de la escuela especial que los reciben hasta los 18 años y ahí quedamos… Es como que no hay algo que los estimule o talleres a los que puedan ir y que tengan esa atención especial que requieren”, señaló.
Para conseguirla deben viajar hasta Posadas o las ciudades más grandes de la provincia. “Hay que moverse a otros lados”, indicó.
Julieta y su mamá hacen todos los miércoles 80 kilómetros hasta Posadas para las sesiones de kinesiología “y hay que contar con el gasto de combustible y la sesión, cuesta un poco”, dijo Nilda.
Además viajan 60 kilómetros hacia Puerto Rico para asistir a Barrilete. “Hay poca oferta para que los chicos puedan hacer cosas y, por ejemplo, cuesta encontrar algún acompañante terapéutico. Todo eso cuesta”.