Desde que se acuñó la frase “el tiempo es oro”, con la connotación de que deberíamos dedicarnos a realizar actividades productivas la mayor parte del día quedó en nosotros la idea de que no hacer nada es un defecto, es improductivo, es ser haragán. Fruto de esta creencia es la actitud de muchas personas que, con cierto orgullo, dicen: “No sé estar sin hacer nada”, como si fuera una virtud.
Por otra parte, conversando con el dueño de cabañas en medio de la selva misionera, me pidió le transmitiera algunas técnicas de relajación y armonización para sus clientes, pues observaba que la mayoría de las personas provenientes de grandes ciudades en los primeros días se mostraban encantados. Pero, luego, a cada rato, pedían “algo que hacer”.
Les resultaba difícil bajarse del “hacer” y disfrutar del ocio reparador.
El doctor Carlos Logatt Grabner, Máster en Neurociencia de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano, cita varias evidencias científicas que demuestran el valor que tiene para nuestro cuerpo, cerebro y mente destinar un tiempo para el ocio y el descanso. Así, los trabajos realizados en la Universidad de Mannheim, Alemania, y de la psicóloga Jennifer Ragsdale, de la Universidad de Tulsa, USA, mostraron que tomarse unos días para dispersarse siempre trae beneficios, pues nos hace más resistentes a las situaciones de estrés, más productivos y concentrados en el trabajo.
Los estudios realizados por la socióloga Claudia Schmiedeberg, en Alemania, quien comparó las distintas actividades de ocio, mostraron que pasar tiempo con amigos, hacer deportes y disfrutar de las vacaciones aumentan el bienestar y que no sucede lo mismo destinando el tiempo para navegar por Internet o mirando televisión.
Por su parte el Dr. Logatt Grabner sugiere no esperar el tiempo de vacaciones sino tomarse todos los días un momento para disfrutar de un mate, mirar a lo lejos, no pensar en nada, caminar, disfrutar de la compañía de los seres queridos y los fines de semana destinarlos a la desconexión.
¿Sabemos disfrutar del ocio? Es la pregunta que deberíamos hacernos para cuestionar y liberarnos de las creencias con respecto al “hacer”. Aprender a bajar al cuerpo para conectarnos con el sentir y la percepción mejora la salud física y psicológica.
Colabora
Hilda González
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