Aunque las cosas no fueron fáciles y aún no lo son, Axel y su madre Hilda siempre se mostraron agradecidos por aquel apoyo inicial, sobre todo por las grandes muestras de solidaridad de parte de las personas quienes desinteresadamente los ayudaron para cubrir costos del viaje y estadía en Buenos Aires.
Para esa época iban a una prueba de Arsenal, pero las cosas no habían salido tal como lo esperaba y Axel fue descartado por ese equipo.
Alimentado por sus esperanzas de ser jugador, con sólo 12 años decidió seguir probando. Así llegó a Lanús, club que no dudó en incluirlo entre los titulares de la categoría 2005, y después de una temporada gloriosa el equipo que integra venció en la final a Argentino Juniors, alzó la copa y el asenso fue para su equipo.
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“Nos costó muchísimo mantenernos a flote este año, cada cosa lograda demandó un enorme sacrificio pero llegamos y nada menos con la copa”, dijo a PRIMERA EDICIÓN, la madre del niño, quien acaba de cumplir 13 años y también se prepara para hacer su pase a la escuela secundaria.
“A él le costó muchísimo estar lejos de su familia (sus cuatro hermanos y su padre) pero con sus esperanzas de convertirse en profesional. Sin dudas es un gran incentivo haber salido campeón”, indicó orgullosa.
Para Hilda también hay un camino duro por recorrer: volver a juntar fondos para comprar los pasajes del viaje y ahorrar todo lo que pueda para mantenerlo en aquella provincia.
“Económicamente no nos fue distinto que al resto de las personas humildes de este país para atravesar la crisis. Sí, hemos contado con la solidaridad de muchas personas y también nos sostenemos en este camino gracias a la fe de ellos”, sintetizó Hilda acerca de un año muy duro para el país en general a causa de los tarifazos y la inflación.
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“Vivir en Buenos Aires y solo no es nada fácil, hay que moverse a todos lados. Estando allá no pude trabajar porque iba y venía de Capital a Misiones porque no podía dejar al resto de la familia. Hemos luchado un montón”, suspiró la mujer.
Hilda y su hijo seguirán durante 2019 alojados en una casa de un familiar en San Telmo, quien también les está dando una mano. Tienen la escuela a pocas cuadras de la casa y buscarán continuar así. Mientras preparar el retorno a la Capital, Axel discurre sus días jugando en los potreros que lo vieron ascender.