
Familiares, vecinos y amigos despidieron ayer los restos de Jorge Feliciano Olivera (23), ultimado de un balazo a quemarropa el pasado 3 de enero en Comodoro Rivadavia, Chubut. El mecánico misionero fue ejecutado por un joven que no aceptó una respuesta negativa de la víctima por la reparación de su auto, en razón de que le debía un trabajo anterior.
Los restos de Olivera llegaron a San Vicente ayer de madrugada, tras un largo periplo por parte de una ambulancia del Ministerio de Salud Pública provincial, que recorrió más de cinco mil kilómetros en pocos días para “repatriar” al joven.
La despedida se inició a los pocos minutos de arribado el cuerpo, en el local de la Iglesia Asamblea de Dios del kilómetro 1.268 de la ruta nacional 14, donde lo esperaban familiares y amigos para el doloroso e inesperado último adiós.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN el padre de la víctima exigió el esclarecimiento del caso, que tiene a un joven de 18 años detenido. “Sólo pido que se haga justicia por la muerte de mi hijo, él no se merecía lo que pasó”, enfatizó, quebrado, Jorge Olivera (52).
El joven había partido de San Vicente junto a un hermano mayor hace cuatro años hacia Comodoro Rivadavia, en busca de un futuro mejor. Allí se estableció como mecánico. Sin embargo, hace poco más de dos años, en una visita a sus padres en San Vicente, Jorge había perdido a su hermano en un siniestro vial registrado en Picada Maderil, por lo que debió regresar solo a Chubut.
Al poco tiempo dos hermanos menores partieron para acompañar a Jorge en Comodoro. Uno de ellos estaba en la Patagonia hace tres meses y lo ayudaba en el taller. Sin saberlo, iba a transformarse en testigo de la muerte de su hermano, el pasado 3 de enero.
Por el episodio, en Chubut permanece detenido Rodrigo Nieves (18), miembro de un “clan familiar” acusado de múltiples delitos y de mantener a todo el barrio bajo amenazas y temor.
En San Vicente, a más de 2.700 kilómetros de distancia, todo era dolor, como quedó reflejado ayer por la mañana en la entrada de Picada Maderil, sobre el kilómetro 68 -a ocho kilómetros del centro de la localidad- donde se llevó a cabo la dolorosa despedida.
Su padre insistió en el pedido de justicia por la muerte de su hijo y aseguró que la familia está destrozada tras lo sucedido. “La madre está hecha pedazos. Sus hermanos también están destruidos. Uno no entiende cómo a un chico trabajador y humilde como era ‘Jorgito’ pudo haberle pasado algo así”, se lamentó.
En tanto, uno de los hermanos de la víctima dialogó con PRIMERA EDICIÓN y brindó detalles sobre lo ocurrido.
“Los familiares del detenido son todos malandras, todos tienen antecedentes y ese muchacho parece que ya había asesinado a otra persona, por lo que sabemos. No fue ninguna venganza, esa gente se dedica a robar autos y siempre llevaban autos para que ‘Jorgito’ los arregle”, sintetizó.
Al respecto, el joven contó que, una vez, “el taller estaba cerrado, esta persona dejó un auto afuera y la Policía ‘levantó’ el auto. Ese joven culpó a mi hermano y le reclamaba que le pague. Creo que ‘Jorgito’ le pagó un poco y después dijo que no podía seguir dándole plata. Unos días antes había llegado con un ‘fierro’ en la mano y quería pegarle, pero lo corrió. Ahí ya le había dicho que le iba a matar. El resto ya sabemos cómo término”, se lamentó el hermano de Jorge. Otro de sus hermanos, de 17 años y testigo clave, ya declaró ante la Justicia en Chubut.
Tras el velatorio, los restos de Olivera fueron trasladados al cementerio de San Vicente, donde finalmente fueron inhumados entre muestras de profunda congoja y dolor. Allí, sus familiares volvieron a pedir justicia y que el responsable pague por lo que hizo.