Analizar la evolución de los precios en el primer mes del año permite saber al menos cuál será la situación al final del primer semestre. Y tratándose de este Gobierno, las previsiones económicas jamás podrían ser buenas para la gente.
Si bien todavía falta la confirmación oficial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), las mediciones privadas, esas que durante dos años estuvieron mucho más cerca de la realidad que las metas del Gobierno, anticiparon que enero cerró con 2,5% de inflación.
Si bien marca una leve desaceleración con respecto a diciembre, deja ver que la anual, al ritmo actual, rebasará el 30% siendo muy optimistas. Una vez más la meta oficial, que este año se estableció en 23%, no servirá al ciudadano de a pie cuando tenga que negociar su salario o proyectar este año.
¿Alguien lo duda? Recién arrancó febrero que trae bajo el brazo aumentos en la luz, el gas, las prepagas, servicios domésticos y otros rubros. De hecho está previsto que la luz aumente 55% este año y el gas al menos 35%… Y todavía no hablamos de lo que nos espera por transporte, combustibles, alimentos y bebidas, educación, etc, etc, etc.
Antes del “cambio” la medición de la inflación era cuanto menos sospechas, sino inexistente, dada la bochornosa intervención que protagonizó el híperkirchnerista Guillermo Moreno antes de caer en desgracia y ser enviado a una fría oficina en Roma.
Ahora las metas oficiales sobre la inflación engañan al total de la población y la obliga a negociar salarios que siempre corren de atrás y a tomar créditos que a la postre se vuelven impagables.
El costo de vida es la medida que mejor describe el pulso social. El de enero marca que las tensiones arrancarán temprano. O bien que seguirán en la superficie porque son las mismas que las del año pasado. Es conveniente recordarlo cuando encaramos el inicio de la carrera hacia octubre.