En el silencio es mi corazón el que se expande y mi mente se aquieta. Deja de juzgar, deja de actuar y sólo pasa a ser meramente una observadora pasiva.
Puedo observar sin juzgar puedo observar sin sacar juicios, puedo observar sin pensar porque en el silencio es donde mi alma y mi corazón se expanden para así percibir lo que queda detrás de los juicios que a primera vista emite la mente. En el silencio cultivo la paciencia porque el ritmo es otro, más lento… más sutil.
En el silencio me convierto en la observadora pasiva, esa que no actúa, esa que observa cómo se levantan las hojas y se arremolinan los pensamientos con los vientos de la mente, veo las figuras que se generan, veo el devenir de las acciones y así veo las historias que se tejen. Y yo en el silencio veo pasar y espero, espero la calma porque sólo en la calma y después que el viento de los pensamientos pasa, surge lo que es y lo inunda y colma de tal manera todo a mi alrededor, que en ese momento sé cuál es la verdad. Ya no puedo desprenderme de lo que vi, es la conciencia que se impone en un nuevo salto a lo desconocido.
Colabora
Patricia Couceiro
Consteladora
[email protected]
En Facebook: Patricia Mónica Couceiro
3764 829015