¿Quién no lo ha hecho? Según un estudio realizado por la Universidad de Southampton, Reino Unido, las personas mienten tres veces en los primeros diez minutos de conversación con un desconocido. Por lo general tendemos a creer que las personas dicen la verdad (quizás es una explicación de porqué creemos en lo que dicen los políticos).
Somos crédulos a pesar de que la mentira esté presente en nuestra vida. Las personas dicen un promedio de 16 mentiras por semana.
Planteada la determinante de que todos mentimos, hablemos sobre la mentira.
Los padres mienten a sus hijos y esto es considerado correcto. Sin embargo, la psicología pone en tela de juicio la efectividad de ciertas mentiras. Por ejemplo: mentir a un niño sobre que es adoptado. Sostener esta mentira puede acarrear tener que decir otras mentiras para solventar la principal.
Las personas necesitamos crear círculos de confianza y la confianza aparece cuando la persona con la que nos relacionamos es predecible. Necesitamos saber que aquellos que forman parte de nuestro círculo son confiables, lo que significa que no debemos estar en alerta o sentir miedo de que oculte alguna intención desconocida para nosotros. Pero ¿cómo logramos confiar sabiendo que todos mentimos?.
Confiamos en que la persona tiene la voluntad de no hacernos daño y que cuando dice alguna mentira, esto no representa riesgo para nosotros. Las llamadas “mentiras piadosas o sociales”, aquellas que buscan hacer el bien y que no modifican, en esencia, las intenciones de la persona que dijo la mentira.
Sin embargo, cuando nos enteramos de que nos han mentido no podemos dejar de sentirnos mal, y puede aparecer la pregunta: “¿será es la única mentira o habrá más?”.
La confianza es frágil. Dice el dicho: “Cuando la confianza sube, lo hace por la escalera, pero cuando baja usa el ascensor”.
Pocas personas aprecian a quien anda por la vida escupiendo verdades a diestra y siniestra. Tampoco es valorada la persona que dice una mentira piadosa y luego sale y aclara a otras personas que lo que dijo es una mentira piadosa.
Entonces ¿cuándo es correcta la mentira? Mentir es una decisión. Siempre elegimos un camino.
Sin embargo, muchas veces sentimos que hacerlo es inevitable y otras veces, lo hacemos con la intención de herir, movidos por el miedo o la debilidad. Estar atentos a nuestros impulsos básicos y entender que debemos responder ante nuestros dichos, es una manera de controlar nuestra inclinación.
Otra forma es alinear nuestras acciones con nuestros valores.
Los valores en la vida pueden ser semejantes a los faros, nos ayudan a saber qué tan alejados estamos de lo que es correcto.
Una vez tuve que pedir a una persona importante para mí, algo que necesitaba, esta persona consideró que no me daría eso que le pedía y respondió a mi pedido de la siguiente manera: “No puedo darte lo que me pedís, pero quiero que te quede claro algo, mi ‘No’ es a tu pedido pero no a vos. A vos, a tu amistad, a nuestro afecto y a nuestra relación siempre voy a decir ‘Sí’. Lo que puedo ofrecerte es que juntos encontremos una solución a tu problema”.
Aprecié que esa persona no me mintiera y me fue más fácil entender y aceptar lo que sí podía ofrecerme. Saber crear el contexto para decir una “verdad” es siempre una buena opción antes que decir una mentira que seguramente, requerirá de otras más para sostenerse en el tiempo.
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Jorge Kordi
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