Desde siempre le gustó pintar, pero con una familia con tres hijos y su profesión, la cual es bastante exigente, lo tenía como una asignatura pendiente.
Cuando a los cuarenta y tantos sintió que sus hijos ya no la necesitaban tanto, o casi nada, y se empezó a hacer sentir la presbicia, se preguntó: ¿para cuándo?
Con hijos en la facultad, no abundaba el dinero. Pero empezó a comprar de a uno óleos de colores primarios y alguna maderita. Un poco improvisada, simplemente se largó. Para ese entonces, en 2005 llegaba a su vida el profesor José Fernández, gran artista con una generosidad sin límites, quien además de enseñarle a pintar, le llevó a conocer la historia del arte, abriéndose ante ella un mundo antes desconocido.
De la mano de él, aprendió diferentes técnicas, siempre dentro de la pintura figurativa o a lo sumo impresionista. Pero un día conoció la pintura abstracta, a la que hasta ese momento se había resistido y simplemente le fascinó. Siente que con la abstracción puede transmitir estados de ánimo o características de su personalidad mucho mejor que con la pintura figurativa. Disfruta empezar una obra y no saber cómo o cuándo va a terminar.
También descubrió que le gusta escribir. Al final de la nota van a encontrar un poema que a ella le representa y quiere compartir con todos los lectores. Es la primera vez que publica algo escrito por ella, y le agradece la oportunidad a SextoSentido. A la vez, eso la pone un poco nerviosa pensando si a ustedes les gustará, yo estoy segura que sí.
De todos modos, le cuesta pensarse como artista. Lo toma como un pasatiempo o una terapia anti-estrés.
En casa tiene un pequeño taller. Resultándole un placer perderse allí sola en su mundo con su música y su pintura. Y cuando llega la verdadera inspiración, pierde noción de tiempo y espacio, para entrar en un estado casi límbico, casi indescriptible.
Pero el proceso creativo requiere tiempo y dedicación, de los cuales no dispone tanto hoy día. Pero espera en un futuro no muy lejano, ya jubilada, poder dedicarse de lleno a esto que es su pasión.
Mientras tanto Raquel, el tiempo que dispone entre el laboratorio, la familia, y la casa, es sólo para ella sus poemas, su música y sus pinturas.
Cuando llega la noche, pero el sueño no.
Cuando el alma alterada, desborda, sufre, llora.
En una revolución interior.
El rojo, con rabia
E incontenido dolor,
El amarillo tratando de apaciguar la tensión.
El violeta transmutando tanta emoción.
A unas vetas de verdes para que la esperanza me dé la templanza,
Y encontrar la paz interior.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable del Taller Monarcas.
0376-4720701