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Es más, está previsto que este mes se dé a conocer la licitación que ofrece a empresarios privados la posibilidad de obtener un terreno dentro del parque para desarrollar emprendimientos hoteleros, gastronómicos y de esparcimiento.
Todavía en vano, se multiplican las acciones de organismos ambientalistas, fuerzas políticas y vecinos de Puerto Iguazú en contra de esta iniciativa que, a juzgar por como se dieron los procesos licitatorios desde que Cambiemos está en el poder, beneficiarán a socios directos e indirectos y amigos con algún interés en la temática.
Los beneficios serán para el Estado nacional y para los privados que accedan a alguno de los lotes y las desgracias quedarán para los misioneros más allá de que dirán una y otra vez que el emprendimiento deberá respetar los más altos estándares de calidad y ambientalismo.
Con el tiempo vendrán las fallas, los errores de procedimiento y otros factores que el impulsor del proyecto considerará daños colaterales.
En este contexto es de destacar el dinamismo que exhiben los vecinos de Puerto Iguazú y los organismos como Fundación Amigos de los Parques que, sin dilaciones, se pusieron al frente de una lucha que debe darse.
Es cierto, se trata de un Parque Nacional, pero también es cierto que se encuentra enclavado en Misiones y ello debería significar algo para el Gobierno nacional de turno que, más tarde o más temprano, dejará el poder.
Sin embargo y en el afán por recaudar y hacer caja se quieren llevar puesto el espíritu mismo de una provincia que históricamente privilegió la cuestión ambiental.
Eso perdurará más allá del color político de quien gobierne y es por eso que el proyecto no debería avanzar sin que se den las discusiones pertinentes.