Solemos construir “castillos en el aire imaginativos”, algunos no logran muchas cosas, pero otros sí, como la imaginación de Mozart en la música.
“Más que por lo que está bajo tu custodia, vela por tu fantasía, porque de ella salen los asuntos de la vida” nos dice Salomón, aunque toda idea imaginada se pierde si queda sólo en idea, sin hacerse práctica y acción.
La “imaginación” es fundamental en nuestra vida, si deseamos ardientemente saber algo, nuestro primer esfuerzo es imaginar sobre eso, los científicos imaginan explicaciones y leyes creando nuevos significados, como la imaginación en la mente de Einstein generó la Teoría de la relatividad.
Con la imaginación ordenamos nuestra experiencia, nos comunicamos con otros y nos ponemos en su lugar, saliendo de nosotros mismos, abriendo nuestra personalidad y modificando nuestro comportamiento.
Cada persona combina dos mundos, el “exterior” que percibimos con nuestros sentidos y el “interior” de las fantasías e imaginación, siendo ambos importantes y decisivos para formar nuestros hábitos.
Podemos repetir un hábito con nuestra imaginación, es lo que conocemos como “soñar despierto”, por ejemplo, si creo que el fuego es peligroso porque así me han enseñado desde niño e imagino un fuego que estalla justo hacia mí, también voy a imaginar mi comportamiento saltando para atrás, no necesito que suceda realmente, ni quemarme para desarrollar ese hábito.
Colabora
Dr. José Luis Bazán
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