Dada la distancia, estados de caminos y falta de señal telefónica, un grupo de voluntarios, entre docentes y colaboradores, dio a conocer la situación de las aldeas Kaa´guy Porá I y II para pedir la donación urgente de un vehículo para utilizarlo como ambulancia.
El autor del pedido, Julio Manuel Pereyra (Uruguay), Educador Comunitario y Docente de Apoyo a la Inclusión, Escuelitas Ambulantes ‘Caminos de Tiza’ contó a PRIMERA EDICIÓN algunas de las razones por las cuales se sintió movilizado a buscar ayuda.
“Las aldeas 1 y 2 están alejadas de la zona urbana, una no tiene escuela porque está en formación, donde ya logramos hacer educación comunitaria”, explicó
Ambas comunidades albergan a unas 700 personas, algunas de ellas migrantes de otras comunidades, sobre todo de Iguazú.
“La municipalidad nos provee de luz y ahora también estamos en busca de una perforación, pero lo que más necesitamos es la ambulancia”, requirió Pereyra.
De conseguir el coche, la municipalidad de Andresito se comprometió a asegurar el mantenimiento, combustible y chofer para que permanezca en la aldea permamentemente a fin de estar disponible para eventualidades.
En la pequeña aldea viven 32 familias con 70 niños aproximadamente. Desde su conformación, la falta de un vehículo con las características solicitadas a llevado a los miembros de la aldea a penosas situaciones, entre ellas la pérdida de un bebé cuando trasladaban a la embarazada en moto para ser atendida en la ciudad.
Andresito es una de las localidades más pobre de Misiones, con un índice de coparticipación más bajo, alta tasa de mortalidad infantil, las cuencas hídricas muestran contaminación, con un desplazamiento importante de los pueblo originarios a causa de la tarefa.
Actualmente, mediante la tarea de “Caminos de Tiza” se han logrado cambios sustanciales , pero la lucha es lograr respuestas de salud y educativas definitivas para la población de Kaa´guy Porá.
Un avance
El 2018 se consiguió, para una de las aldeas la construcción de un aula satélite como extensión de una primaria.
“Nos costó mucho conseguir un docente dispuesto a dar clases aquí hasta que finalmente uno, el maestro Marcelo Hein, aceptó el desafío. Ahora la lucha es para conseguir nivel inicial y secundario“, aseguró.
En la otra aldea (ambas colindan y llevan el mismo nombre) tienen un saloncito rústico donde Pereyra brinda una propuesta de educación comunitaria de voluntariado.
Ese trabajo lo realiza sumado a talleres sobre Inclusión Educativa y estrategias didácticas, de forma voluntaria y de manera gratuita.