Para muchos, el teléfono inteligente es la “navaja suiza” del siglo XXI: lo usamos como reloj despertador, agenda, cámara de fotos, dispositivo para mirar series, scanner y muchas cosas más que escapan a la función primordial de servir como equipo de comunicación.
Para conocer la intensidad con la cual los argentinos utilizamos los teléfonos móviles y otras Tecnologías de Información y Comunicación (TICs), como tablets y computadoras, la Universidad Siglo 21 realizó un estudio en distintos puntos del país, en el cual se reveló que el 27% de los encuestados tiene ansiedad si no tiene acceso a Internet, correo electrónico y el celular, entre otros, mientras que 1 de cada 4 encuestados siente un impulso interno que lo obliga a utilizar estas tecnologías en cualquier lugar y en cualquier momento.
En simultáneo, los encuestados reconocieron tener síntomas de Nomofobia, es decir, miedo a separarse del celular; y realizan phubbing, una actitud que consiste chequear el celular y desatender a la persona que tiene al frente.
El estudio, que fue dado a conocer en febrero último, y para el cual se encuestó a 1.045 trabajadores de entre 18 y 70 años, no encontró grandes diferencias respecto a la conducta de los sondeados según su género ni respecto a su nivel educativo cuando se habla de las TICs.
La edad es, según la investigación, una variable importante. En este sentido, los nacidos entre 1982 y 1994 son los que presentan mayores niveles de riesgo frente a la adicción a las tecnologías.
Vale decir que el uso más excesivo se da entre los millennials, menor en los de generación X (11,5%), que son los que han nacido entre 1965 y 1981; y aún menor en Baby Boomers, es decir, las personas que nacieron entre 1945 y 1964.
Cómo conocerse a uno mismo
Dado que la tecnología puede ser un aliado ya que facilita la comunicación e interacción de las personas a nivel social y laboral, también puede ser un enemigo que nos genera distracciones, pérdida de tiempo e incluso, inferencias en nuestras relaciones cara a cara.
Es importante que cada uno de nosotros conozca cómo es su relación con este equipo para tomar medidas en consecuencia, en pos de mantener un uso prudente, con tiempos de pantalla limitados.
Pasos a seguir
Prestar atención al tiempo de uso: Para eso, simplemente hay que descargar una aplicación como “Quality Time” o “My phone time”, que están disponible para su descarga en dispositivos Android sin costo alguno. Los usuarios de iPhone pueden instalar “Checky”.
Estas aplicaciones sirven para conocer nuestros hábitos con el móvil, así es como nos indica cuánto tiempo lo usamos a diario, cuántas veces lo desbloqueamos y en qué aplicaciones destinamos más minutos. Los invito a probar alguno de estos recursos porque el resultado es sorprendente.
Por ejemplo, yo detecté que lo usaba unas 5 horas al día y los desbloqueaba unas 200 veces por jornada. Al conocer esta cifra, logré bajar la intensidad a unas 3 horas cada 24hs. Por supuesto, hay que analizar la calidad y no sólo la cantidad, ya que no es lo mismo usarlo con fines laborales y evidenciar que uno “invirtió” 180 minutos en un juego.
Establecer momentos de desconexión: Tomar conciencia de lo dañino que es el phubbing en las relaciones personales ayuda a no mirar la pantalla cuando se interactúa con alguien cara a cara. De la misma manera, es buena idea no llevar los dispositivos a la mesa para no interrumpir las cuatro comidas diarias.
Para implementar esto, muchos grupos de amigos y familiares dejan los dispositivos en otras habitaciones para compartir momentos en un contexto de total desconexión.
Evitar la procrastinación: Controlar el deseo de estar chequeando permanentemente el celular es una iniciativa muy importante. Hay casos extremos en los cuales el usuario decide utilizar siempre el dispositivo móvil con baja carga de batería para usarlo de forma eficiente, sólo cuando es necesario. También hay aplicaciones diseñadas para bloquear el dispositivo de forma tal que el usuario no pueda utilizarlo con la cantidad de minutos preestablecida.
Más allá de las investigaciones que hablan sobre cómo la población usa los dispositivos tecnológicos, lo más importante es conocer los hábitos personales y analizar qué medidas tomar para ser usuarios responsables.
Por Débora Slotnisky
periodista especializada
en tecnología
Twitter: @deboraslot