Por cuarto día consecutivo, los ocupantes de terrenos de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) a orillas del arroyo Mártires, en la Zona Oeste de esta capital, interrumpieron este lunes el tránsito sobre el puente de la avenida Chacabuco en demanda de “respuestas urgentes” a sus demandas habitacionales y ante el temor a un posible desalojo del predio en el que se instalaron hace ya varios meses.
La movilización de ayer se extendió desde primera hora de la mañana hasta las 16, cuando decidieron levantar la medida hasta este martes, cuando tienen previsto retomarla a las 6 y hasta el mediodía, según confirmaron a PRIMERA EDICIÓN.
“No estamos pidiendo una casa, solo un pedacito de tierra donde asentarnos. Estamos cansados de vivir en medio del monte, con todos los bichos y sin luz ni agua. Los vecinos (de la Zona Oeste) son los que más se portan, pero las autoridades nos traban las donaciones de agua, comida y remedios”, protestaron los intrusos, quienes además aseguraron que “nos amenazan con desalojarnos, pero hoy (por ayer) nos aseguraron desde la Justicia que no hay ninguna orden”.
Respecto a las demandas de un lugar donde vivir, el primer -y tal vez único- paso se dio el viernes, cuando finalizó el prometido relevamiento de las familias que ocupan tanto el predio de la EBY como las instaladas en tierras municipales en el otro Acceso Oeste, sobre la avenida Blas Parera.
Según confirmó a este diario el defensor del Pueblo, Alberto Penayo, el informe ya fue elevado a Yacyretá, a la Comuna posadeña y al Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (IPRODHA) “y ellos determinarán qué hacer”.
Penayo precisó que el “censo” buscaba determinar cuántas personas están asentadas en el lugar, de dónde proceden, cuál es su situación económica y si fueron incluidos anteriormente en algún programa habitacional oficial. Finalmente, arrojó la presencia de unas 160 familias, en su mayoría jóvenes.
Penayo aclaró que el relevamiento abarcó el 100% de los ocupantes de la franja pegada al Mártires y el 50% de las tierras municipales, porque “allí siguieron llegando de a decenas por día, instalaban incluso a menores en carpitas aparte y así se pierde toda la lógica”, lamentó.
“Es un escenario complejo”, admitió.