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Tras quince años de lucha personal, investigaciones, auditorías y presentaciones ante la obra social, Ismael Sosa (59) se encuentra ahora en la antesala de convertirse en el primer misionero que podría superar el Parkinson. Finalmente, el 15 de abril, después de lograr que se apruebe la adquisición de un dispositivo que se implanta en el cerebro, el docente se someterá a una compleja cirugía que le garantizaría vivir durante 25 años sin los efectos de la enfermedad sobre su organismo. Luego de ese lapso, debería volver a operarse.
Ismael, quien a través de su experiencia visibilizó la lucha contra esa enfermedad en la provincia, contó a PRIMERA EDICIÓN que la ansiedad de estos días ha hecho que el Parkinson aparezca con un mayor entumecimiento de los músculos, pero que su mente está lista para volver a empezar una vida plena.
La cirugía corregirá las anomalías que provoca el Parkinson, la rigidez del cuerpo y los movimientos de la cabeza, manos y miembros inferiores, es decir, ese característico temblor generalizado del cuerpo.
La terapia que aplicarán en Ismael se llama “Estimulación Cerebral Profunda”: se colocan dos electrodos en el cerebro, uno en cada lóbulo, que a su vez se conecta a un estimulador, que es parecido a un marcapasos. El estimulador se activa después de 30 días de su colocación y cuando el organismo lo ha asimilado por completo.
Los años vividos no fueron fáciles para el hombre: empezar con un diagnóstico semejante a los 45 años, con un panorama de deterioro que él no aceptó. Eso lo llevó a involucrarse de tal manera que pudo llegar a los especialistas que lo van a intervenir en dos semanas. Pero cuando las cosas parecían encaminadas, las trabas burocráticas de la obra social frenaron sus intenciones, ya que la práctica no está nomenclada y Sosa tuvo que gestionar todo al alcance de su mano para se tratado como “caso excepcional”.
El año pasado, con todos los estudios en mano, hizo su presentación ante el consejo de administración de su obra social, la cual finalmente aprobó su tratamiento.
“Ya están comprados los insumos para la operación, principalmente el neuroestimulador y los electrodos que van implantados en el cerebro”, se alegró.
En este contexto de fluctuante valor del dólar, Ismael había pasado por mucha ansiedad y preocupación, cosa que finalmente la semana pasada se disipó.
De hecho, el turno que tenía para el 3 de abril se debió postergar una semana más y se pasó para el 15.
“Ese día me operan, debo pasar una internación de 48 horas, control ambulatorio en el hospital de 15 días y a los 30 días de la operación, una vez que cicatricen bien las heridas en la cabeza y el pecho (donde va el neuroestimulador)”, explicó el hombre.
Estos últimos meses fueron de mucha espera, tras la presentación de sus estudios en noviembre, la llegada del fin de año, letargo por vacaciones y demás. No obstante, la cirugía será practicada en breve y el hombre ya se dispone a recuperar su salud.
La cirugía
Es una cirugía mínimamente invasiva que se realiza por un orificio de 14 mm. En la complejidad de estas prestaciones no sólo se ha realizado el abordaje unilateral, sino que se ha realizado el abordaje bilateral en un mismo tiempo operatorio, para el tratamiento de las distonías.
El tratamiento neuroquirúgico y en particular la neurocirugía funcional se incluye dentro del conjunto de prestaciones para el tratamiento del dolor, espasticidad, epilepsia y movimientos anormales.
El paciente es evaluado siguiendo un estricto protocolo de inclusión para estas cirugías luego de una serie de visitas médicas y entrevistas con los neurólogos y el neuropsiquiatra, a los efectos de la correcta indicación del procedimiento para él en particular.
Con posterioridad es evaluado por el neurocirujano funcional, realizándose los estudios correspondientes de alta complejidad en imágenes de resonancia magnética y tecnología computada de alta resolución. La cirugía se efectúa con el paciente lucido y colaborador en el quirófano.