Valeria Karenina Glinka
Licenciada en Alto Rendimiento
Deportivo y docente de la UCAMI
A raíz de esto pueden surgir algunas preguntas como, por ejemplo: ¿Qué pueden hacer los niños en su tiempo libre? ¿Qué criterios tener al momento de decidir sobre las actividades físicas? ¿Cuál de todas las opciones es la que aporta mayores beneficios? ¿Cuánto tiempo y cuanta variedad de estímulos son los adecuados?
Estas y otras preguntas son normales en adultos preocupados por sus hijos, y sus respuestas dependerán de cada situación en particular, pero si el objetivo es el bienestar, crecimiento y desarrollo armónico del niño, podríamos generalizar algunos criterios, analizando el contexto y realidad social actual.
En primer lugar, entender la importancia y necesidad del movimiento en todas las personas a lo largo de toda su vida y en especial de los niños. El cuerpo está diseñado para estar activos durante el día y descansar por la noche, respetar estos conceptos básicos trae como consecuencia innumerables beneficios, desarrollo armónico y evolución natural, cuidando el organismo, otorgando un estrés necesario y controlado.
Ahora bien, la realidad y la estructuración del sistema educativo y social, muchas veces no contempla estas necesidades naturales, existe una sobrevaloración del aspecto intelectual por encima del movimiento. Los niños pasan largas horas sentados durante las jornadas en la escuela como así también al momento de hacer las tareas.
Sumemos a esta realidad, los avances tecnológicos y la facilitación de la vida actual en comparación con otras épocas. Los juegos electrónicos y redes sociales, muchas veces generan adicción y dependencia. Y como si fuera poco no solamente es falta de movimiento sino también una alimentación basada en productos procesados con aditivos, que los hacen más sabrosos y producen aumento de su consumo. La fundación Interamericana del Corazón-Argentina en su página web (www.ficargentina.org) informa que: “De acuerdo a la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2013 (ENFR) del Ministerio de Salud de la Nación, entre 2005 y 2013 hubo un incremento en los niveles de obesidad en la población (en 2005, era de 14,6% y, en 2013, de 20,8%) y en los niveles de sedentarismo (46,2% en 2005 y 54,7% en 2013)”, es una realidad que va en aumento.
Innumerables factores llevan al acrecentamiento del sedentarismo, por lo que, al momento de la organización de actividades para los niños, una buena opción sería reflexionar acerca de ello y a partir de allí buscar el equilibrio.
Intentar que los niños adopten hábitos de vida saludables a través del disfrute del movimiento de manera voluntaria, apelando a su actitud natural de exploración del mundo que lo rodea, búsqueda de superación, aventura, construcción, creación e investigación. Estas son características naturales en los niños, que tal vez no tienen espacio de desarrollo por las exigencias del mundo adulto.
Optar por actividades al aire libre, andar en bicicleta, nadar, correr, saltar, que ofrezcan la posibilidad de movimiento es una gran opción, aprender a ocupar el tiempo libre en movimiento, dar el espacio a jugar, probarse y superar sus habilidades motrices, cognitivas, emocionales y sociales, aprender, equivocarse, desafiarse, crecer.
Otro aspecto a tener en cuenta es la edad del niño y su individualidad, es importante la variedad de experiencias, por ejemplo, jugar a la pelota variando el tamaño y el peso de la misma y las acciones a realizar, patear, lanzar con una mano, con dos, correr y lanzar y todas las combinaciones que se le ocurran a ese niño, disfrutando de esos momentos.
Cuanto más pequeño es el niño, más plástico es su cerebro, y mayor es su posibilidad y facilidad de aprendizaje, por lo que aquel niño que recibe estímulos motrices que lo lleven a resolver diferentes situaciones, probablemente ayudará a construir una persona con mayores posibilidades de éxito en cualquier disciplina, por lo que sería bueno no limitarlo a un sólo deporte.
Hasta los siete años el niño debería recibir enseñanzas sin una especificidad deportiva determinada ya que se trata de un cerebro en formación, el cual es difícil determinar para que será realmente bueno. Los autores Domingo Blázquez Sánchez y Albert Batalla Flores en su libro “La iniciación deportiva y el deporte escolar”, explican que: “…importa poco que el niño aprenda de forma prematura técnicas deportivas, mucho más importante es que amplíe las múltiples posibilidades de movimiento mediante juegos o tareas variadas…”.
Es por ello que no resulta necesario presionar a los niños pequeños a exigiéndoles disciplina y técnica en la práctica del deporte. El mismo autor expresa “…las habilidades básicas vivenciadas y la combinación de movimientos inespecíficos que se derivan, se conservan en la memoria motriz, indispensable para el aprendizaje…”. Todo aquello que el niño aprenda a hacer desde pequeño de manera global, como correr, saltar, lanzar, disfrutando de ello y en forma espontánea, será útil para su posterior aprendizaje.
Evitar la exigencia en exceso, buscar las opciones que ayuden a construir vivencias emocionales positivas, para que los niños logren la adhesión, y el goce por la actividad a lo largo de toda su vida, genere recuerdos positivos que reforzarán el vínculo con el movimiento. De esta manera podrán crear hábitos de vida saludables, que los aleje de una vida sedentaria y sus consecuencias negativas, como enfermedades (obesidad, diabetes, colesterol, hipertensión, entre otras).
Lo ideal en la exploración y elección de una actividad debería ser la estimulación con el objetivo de la formación de un niño sano, en búsqueda de un equilibrio permanente. El deporte y el ejercicio a cargo de profesionales capacitados y competentes es una excelente opción.
Es necesario el análisis y reflexión de todos estos conceptos para ayudar a nuestros niños en su desarrollo en todas sus dimensiones. Aunque la realidad muchas veces no sea alentadora, generalmente hay opción de mejorarla, o como mínimo intentar buscar aquello que creemos según nuestras posibilidades será la mejor opción. Nuestros niños necesitan de adultos reflexivos, maduros y comprometidos, que acompañen el proceso para un mayor bienestar.