En la frontera con Porto Soberbo (Brasil), es el río Uruguay quien los separa de sus vecinos de El Soberbio (Argentina), pero salvo esa línea divisoria entre países, el encuentro cultural no se interrumpe. Tal es así que, en toda esa franja fronteriza (lo mismo se replica en todo el Alto Uruguay, se extiende hasta la frontera seca y aún más allá), el portuñol es “lengua madre”, afianzado en la región incluso por sobre el castellano.
Esa es la lengua que hablan los chicos, la cual aprendieron de sus padres y éstos de los suyos, y es justamente en la escuela donde se detecta que el dialecto atraviesa profundamente el habla y la escritura. Tras el último operativo Aprender, los porcentajes en nivel de castellano de los chicos, no estuvieron en los niveles esperados, algo que además tampoco es reciente y que en cualquier caso el Aprender lo ratificó. El portuñol son los molinos de vientos contra los cuales, las quijotadas de los docentes nunca alcanzan.
Como caso testigo, docentes y directivos de la EPET 39, en ésta localidad se mostraron muy preocupados por los porcentajes alcanzados en el dispositivo nacional de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes del país.
“Realmente ésto nos pone en una crisis grave. Sin embargo, para ayudar a nuestros alumnos a mejorar su lecto-escritura, hace falta abordar un cambio cultural y la verdad es que se nos está haciendo muy difícil”, dijo a PRIMERA EDICIÓN el director del establecimiento, Sergio Vallejos, quien señaló que el trabajo para implementar nuevas estrategias todavía no está dando los resultados esperados.
“No queremos ser los que imponen a los chicos: ‘esa lengua que ustedes usan, que le enseñaron sus padres, sus abuelos, está mal, así no se habla”, tal el cuadro de situación graficado por el directivo.
“Permanentemente les decimos que tienen que usar el castellano, porque es el idioma oficial del país. Ni hablar que una vez que salgan de El Soberbio no les va a servir el portuñol. Le queremos dar herramientas para su vida, entonces no está complicando”, reconoció.
El testimonio realista del docente visibiliza una particularidad con la cual tienen que lidiar todas las escuelas, porque el portuñol se habla incluso desde antes de constituirse como ciudades.
Cambio de perfil
“Entendemos que toda su vida hablaron portuñol y nosotros acá estamos pidiendo que hablen en español, y encima les queremos enseñar inglés. Eso es prácticamente traumático”, fue parte del relato del profesor.
“Vamos a implementar algunos métodos nuevo, algunas estrategias nuevas con las cuales nos estuvimos capacitando, a ver si podemos cambiar un poquito en el perfil de estos chicos, principalmente en cuanto a la lecto-escritura”, dijo.
La mirada del docente es paternalista y a futuro, ya que según contó “Queremos hacerle ver a los chicos qué ellos necesitan manejar el idioma español por una cuestión de oportunidades, que cuando salgan de El Soberbio- y sobre todo los chicos que vienen de la colonia, que tienen un portuñol muy cerrado- que entiendan que si no superan el problema de la lecto-escritura en español todo es mas complicado”.
El estilo de vida tan vertiginoso de los tiempos actuales, en que los padres tienen que hacer malabares para poder terminar el día, es prácticamente igual con los docentes de las escuelas, que están viviendo al día, lidiando con sus asuntos personales,
haciendo muchos esfuerzos para para poder llegar a hora a dar la clase, lleva también a que el directivo se plantee hasta donde puede exigirles por ejemplo, quedarse después de clases o tomarse alguna jornada para revisar o pensar estrategias que provoquen una ruptura cultural.
“Es muy difícil decirle, después de tanto esfuerzo a los colegas: bueno juntémonos en una reunión otra vez, después del horario de clase para abordar estrategias. Cuando el docente para sobrevivir tiene dar clases en siete u ocho escuela. Termina el día muy cansado. Pedirle otra vez que venga una reunión es muy difícil”, contó Vallejos sobre el otro aspecto del complejo tema.
Explicó el directivo: “Así todo así y todo, hacemos los tiempos de ratos entre baches y nos juntamos y estamos estamos viendo el problema ahora, puntualmente la lecto escritura. Pero a decir verdad, el problema no es tampoco solamente el idioma, hablar o la lectoescritura. Ésta es una escuela técnica pero hasta los informes técnicos muchas veces les mandamos a hacerlos devuelta por qué nos pasan textos realmente muy pobres”.