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Pasó de casualidad frente al local, se enteró de la convocatoria laboral y ya lleva 46 años trabajando en la Tienda Galver. “Esta es mi segunda casa”, manifestó sonriente Isabel, quien desde hace algunos años se encuentra frente al sector Hogar, que es donde “más me gusta estar”. Nació en la localidad de Arroyo del Medio y se vino a Posadas cuando terminó la primaria. En la capital ya vivía su hermana María y ella “no quería” quedarse en la chacra. Era suficiente ver lo duro que trabajaban sus padres, Nicolás y Elena Schmiguel. Entonces, mientras cursaba el secundario en la Escuela Profesional de Mujeres, se desempeñaba como niñera, contó la vendedora, que se definió lectora de PRIMERA EDICIÓN.
A los 18 años ingresó a Galver. Pasó por casualidad sobre la calle Bolívar y se enteró que se iba a abrir un nuevo negocio. Tenía la ventaja que el subgerente de entonces la conocía de cuando ella se empleaba en una panadería. “Vine y me anoté. Justo estaban los directores de casa central y me dijeron que me iban a tomar a prueba”, acotó. Fue el 1 de agosto de 1972 que se empezó a trabajar a puertas cerradas y el 3 de septiembre de ese mismo año se realizó la inauguración oficial de la tienda. En Misiones albergaba a 60 empleados y la firma tenía 21 sucursales distribuidas por el país.
“En los primeros tiempos hubo muchísimo movimiento, venían desde Paraguay, de Brasil, porque contaba con sectores como bazar, zapatería, telas, mercería, perfumería”, recordó Hopechek, que es la más antigua de los empleados. La secundan: Carmen Correa, Carlos Villalba, Ángel González y Rolando Brítez. Empezó a trabajar en la sección niños, vendiendo batitas, prendas muy pequeñas. Pero ayudaba en todas las secciones y conoce todo el funcionamiento. Luego empezó como ayudante en Hogar y desde hace muchos años es la encargada.
“Le había dicho al gerente -Marcos Aumada- que si tiene que castigarme lo peor sería sacarme de ese lugar. Me gustan los demás pero éste es mi preferido. Tenés que conocer las medidas de las sábanas, los acolchados, manteles, toallas, la calidad de cada cosa, porque tenés que saber qué ofrecer. Al cliente no le impongo, les sugiero. Y muchos buscan que sea yo quien los atienda.
Gracias a Dios vendo bien y mucho. Siempre fui bien vista por los directivos de casa central, me tienen en cuenta, y eso es un halago”, manifestó emocionada.
Cuando cumplió 25 años de servicio le regalaron una medalla de oro, y luego la invitaron a la inauguración de un local en Corrientes, cosa que no es habitual entre empleados. “Pero fui seleccionada por casa central. Soy muy feliz con este trabajo. Me gusta la gente, los compañeros.
Siempre dije que esta es mi segunda casa”, sostuvo quien acostumbra a llegar al menos diez minutos antes porque es “una costumbre que tengo incorporada”.
“Acá pasamos de todo”, dijo al recordar, entre otras cosas, la caída de la antena de LT4 que funcionaba en el local lindante. “Perdimos mucha mercadería. Fue en la época del primer gerente, Naef Alí. Por la noche hubo una tormenta muy fuerte que derribó la antena y produjo la rotura del techo de Galver. Estaba la sección niños. Entró barro, agua y con los mismos restos de los materiales hizo que se perdiera mucho”, confió.